sábado, 13 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 6: El manager.

Pasaron exactamente cinco meses desde que Jador pidió aquel deseo tan ambicioso. Todos los días a la misma hora que lo pidió, sentía un extraño sentimiento en lo más profundo de su ser. Jador no sabía qué hacer para solucionarlo, aún así, vio como todo lo que giraba a su entorno se iba marchitando poco a poco hasta ir desapareciendo o saliendo completamente mal, dejándolo de ese modo en completo ridículo e inutilidad ante tal mundo en el que se encontraba. Su corazón también sufría. Desde aquella noche de 2 de abril, el carácter de su pareja comenzó a desvariar un poco, incrementando de esa manera su comportamiento actual y haciendo que la relación de ambos comenzara a flaquear con intensidad. Lloraba todas las noches y sentía que de un momento a otro, Gustav dejaría de quererlo y de sentir algo por él, dejaría de amarlo y por ello Jador quedaría completamente solo, sin nadie.

Su carrera comenzó a caer en picado también. Ya muy pocas personas relacionadas con el mundo de la televisión y la fama querían grabar programas con él. Sus conciertos daban una gran muestra al mundo sobre su estado actual artístico, al igual que lo hacían las ventas de sus discos ya grabados y vendidos. Toda su vida iba cayendo en picado y Jador se dio cuenta que era todo por culpa de aquel deseo a la esfera. Se arrepintió demasiado e intentó arreglarlo para que todo pudiera ir bien, pero algo bloqueó a la esfera haciendo que no pudiera desear nada más durante todo ese tiempo, lo que le llegó a frustrar demasiado.

Jador quería morir, no quería vivir más. Su mente estaba demasiado mal y su cuerpo muy cansado antes tantos abucheos y desastres en su vida, no tenía ya fuerzas. Aquel día, 24 de agosto, Jador sufriría de nuevo un gran ataque hacia su corazón, y no estaba nada preparado a pesar de los avisos indirectos por parte de Gustav.

Como todas las mañanas, se levantó en la cama de la habitación de un hotel de Berlín, se asomó a la ventana y pudo contemplar el paisaje ciudadano y artificial que presentaba la ventana ante sus ojos. Tras aquello, se dirigió hacia el cuarto de baño y lavó su cara con agua fría, luego se fue hacia la cama de nuevo y se tumbó boca arriba hasta que alguien llamó a la puerta. Jador se levantó, se dirigió hasta ella y la abrió. Pudo ver que se trataba de Gustav. Jador creó una mueca de felicidad y satisfacción al verlo, pero al percatarse del rostro que éste tenía, su cara de tornó a una más seria y desconsolada. Gustav poniendo la mano sobre la parte frontal de la puerta, dijo:

— ¿Puedo pasar, Jador?

—Sí claro, pasa.

Gustav entró en la habitación y se encaminó hasta la cama en donde se sentó. Esperó a que Jador hiciera lo mismo, así pues una vez realizado, poniendo la mano sobre la de él, Gustav le dijo:

—Jador, creo que deberíamos dejar lo nuestro.

El corazón del chico comenzó a latir violentamente ante tales palabras. Tras asimilar lo dicho, tragó saliva y preguntó:

— ¿Por qué crees eso, Gustav?

—Llevamos muchos meses bastante raros, nuestra relación está muy floja y desvariando muchísimo. No sé si te has dado cuenta, pero yo ya no te quiero.

Una puñalada en el corazón sintió Jador. Notó cómo si un chorro se sangre comenzara a emanar de él por el puñal clavado. Tragó nuevamente saliva y preguntó con la voz temblando:

— ¿Por qué no me quieres ya?

—No siento ya nada por ti. Mi corazón siente algo por otra persona, pero no por ti. No sé exactamente qué ha pasado, pero ya no siento lo mismo.

Jador se percató que la mirada de Gustav era fija y decidida, mirando a los suyos propios. En ese momento el chico sabía que todo aquello era cierto, y que ya sus teorías sobre todos sus desastres tanto personales como profesionales eran por culpa de aquel deseo tan ambicioso y a la vez perjudicial. El puñal clavado en su corazón hacía bastante meya e incidía con fuerzas en él, haciendo que sintiera cómo sus órganos se inundaban en sangre por tal daño. Jador no podía respirar, ni hablar, sólo le miraba a los ojos con detenimiento. Gustav, incómodo ante tal situación, se levantó de la cama, quitó su mano sobre la de él y salió por la puerta sin mirar hacia atrás. Jador no se daba cuenta de que lo había perdido, que por aquella puerta Gustav ya había desaparecido para siempre y sin dejar ningún rastro, sólo recuerdos en su mente repletos de imágenes.

Tras aquel mismo día, la carrera de Jador cayó estrepitosamente en picado hacia la deriva y el abismo infernal de la ruina. No salía de su casa residente en Los Ángeles, ni tampoco comía, bebía, dormía o si quiera respiraba. Literalmente estaba muerto en vida. La única persona que le hizo feliz en toda su vida y existencia, se había alejado de su lado y todo por su propia culpa, todo por haber deseado aquello a la esfera. Un segundo grave error cometió en su vida, primero la pérdida totalitaria de Hiris para siempre y ahora una segunda pérdida, la de Gustav. Todos los días le deseaba a la esfera que Gustav apareciera por la puerta de su casa, que le diera un enorme y romántico beso y le susurrara al oído mil veces que le quería. Pero sabía que eso jamás pasaría pues la esfera continuaba estando bloqueada y no le permitía ningún otro deseo.

Todos los días recibía llamadas a su teléfono, pero nunca las contestaba. Dejaba que el contestador sonara y oía todos los mensajes que gente de su entorno y discográficas le decían. Muchos mensajes eran alarmantes y esperanzadores, pero Jador continuaba ensimismado en su dolor sin hacer caso alguno a los demás. Las noticias comenzaron a fluir por los medios. Primero relataron el amor secreto que tuvo con su supuesto manager Gustav, tras pasar una semana entera con esa noticia, replantearon su desaparición con un suicidio por un corazón roto. Miles de imágenes salían en las noticias de gente yendo a sitios pisados por él o vividos para llevar recuerdos y recordarle en su memoria y honor. Aún así nada de aquello le influía positivamente a Jador, su corazón continuaba roto y su mente seguía enferma por tal daño y dolor.

También todos los días, mientras se asomaba por la ventana, era capaz de ver la silueta de aquella persona a la que hizo tanto daño, recorrer su casa con frecuencia y de dejar constancia a Jador que aún se encontraba allí. El chico a eso también era inmune y su mente ajena, por lo tanto continuaba inmerso en su dolor.
Al mes oyó el timbre de la puerta sonar. Jador se encontraba tomando un baño relajante en burbujas y sales, pero su mente despertó y salió escopetado del cuarto de baño en dirección a la puerta, pensando quizá que podría tratarse de Gustav preocupado por él. Al abrir la puerta sus ojos no fueron capaces de distinguir de quien se trataba, al rato, al percatarse que no era Gustav, pudo ver la imagen de un hombre de negocios, revestido con un ropaje caro y elegante, unas gafas Ray-Ban y una carpeta de cuero. Con una prominente y brillante sonrisa, se presentó:

— ¡Buenas caballero! Soy su nuevo manager, me han asignado a usted porque además de llevar de lujo las empresas y las carreras de músicos y artistas, soy un buen psicólogo y quiero ayudarle.

—No necesito a nadie, gracias—respondió Jador con intención de cerrar la puerta y continuar con su baño.

— ¡No, Jador! Necesitamos hablar buen hombre. Debe darse cuenta que si me han enviado a usted es porque hay gente que lo echa de menos, ¿no cree?

—El mundo piensa que estoy muerto, ¡váyase!

—Hay gente, mucha gente de su entorno pasado que no cree que esté usted muerto. Por favor, déjeme entrar y hablaremos sobre todo lo que tenemos que hablar, ¿vale?—insistió el hombre con su típica sonrisa.

Jador, finalmente, lo dejó pasar.

24, agosto, 2017.



miércoles, 10 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 5: Un gran fallo.

Aquella mañana  1de abril de 2017, Jador cumplía veintiún años. Se despertó a las ocho de la mañana, y mientras observaba el techo de aquella habitación de hotel, a su mente llegaban multitud de imágenes de todo lo que había hecho y ocurrido en su vida. Una lágrima emanó de su ojo y comenzó a caer rápidamente por su cara hasta llegar a la oreja… Lo había pasado tan mal en su juventud, que ahora todo lo que estaba viviendo y el obtener esa esfera en sus manos, parecía ser una recompensa por todo su sufrimiento ya pasado.

Tras reflexionar un poco por todo lo vivido mientras se hallaba tumbado boca arriba, se levantó, se acercó hasta la ventana que se encontraba al lado de la cama y comenzó a observar un paisaje totalmente artificial, lleno de edificios y personas andando por la calle, coches por todos lados y un gran sol radiante iluminando todo lo que podía excepto lo que los edificios le impedía. Jador pensó que ese día era suyo, y que la climatología estaba además a su favor. Todo parecía ir sobre ruedas y nada salir mal.

Tras observar el paisaje ciudadano, cerró las cortinas y se dirigió hacia el cuarto de baño para prepararse. Aquel día tenía una cita con una entrevistadora muy populosa por diversas cadenas de televisión, en especial las de música. Sabía Jador que debía lucir con traje bastante llamativo y excéntrico como habitualmente llevaba, además de dar una presencia exquisita ante esa persona de tal calibre. Bien pues, se arregló todo lo que debía y salió de su habitación, tras aquello, llegó hacia donde se encontraba Gustav y una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Se acercó a él y le dio un beso en sus labios con mucha pasión y bastante amor. Desde hacía ya tiempo, desde aquella escena en la cual los dos hablaron largo y tendido sobre el estado anímico de Jador al ver al Sr. Martín, Gustav y él habían sentido algo muy fuerte y atrayente, con bastante química, el uno por el otro… Tanto, que de esa manera llegaron a tener una relación más fuerte y mucho más unida, como un noviazgo a espaldas de la prensa y la fama, un noviazgo secreto con su morbo propio.
Tras aquella muestra de cariño en un lugar algo íntimo y sin nadie, continuaron su travesía hasta la zona del parking y allí, Jador entró en el coche, mientras que Gustav comenzaba a arrancarlo y conducir hasta la cafetería donde se habían citado. Sí, era extraño que Jador, con tanta fama que hubo acumulado y una gran masa de fans a su espalda, pudiera ir a una simple cafetería y encontrarse con otra persona también con bastante fama y muchos trabajos para la televisión realizados. Pero eso no era preocupación. Para Jador y la entrevistadora, era un lugar bastante común y con mucho lujo, propio de personas con mucho dinero y mucha fama, pero bastante discreto ante miradas de fans deseosos.

Llegaron a la zona, aparcaron el coche y salieron de él encaminados hacia la puerta de la cafetería. Al entrar pudieron ver una multitud de cuadros esparcidos por todas las paredes de fotos de famosos que asistieron al lugar con los mismo empleados que trabajaban allí, dando así una muestra y recordatorio de tal nivel que poseía aquella cafetería tan concurrida por gente de fama y dinero. Al fondo, sentada en un gran sofá de cuero negro y con una pequeña mesa de madera pintada en blanco y otro sofá de las mismas características justo en frente, se encontraba la entrevistadora tomando apuntes en una pequeña libreta. Gustav y Jador continuaron anduvieron un poco hasta el sofá y la entrevistadora alzó la vista con algo de cautela e indiscreción, pero al ver de quiénes se trataban, sonrió y dijo mientras se levantaba para dar un buen estrechón de manos:

— ¡Oh!, No sabía que ya estaban aquí. Encantada, soy la entrevistadora Michelle y como ya saben, quiero hablar con ustedes un poco sobre la próxima emisión de mi canal legítimo de música.

— Es un placer para nosotros también conocerla, como ya sabe usted, yo soy Gustav, su “manager” por decirlo así y él, Jador—se presentó Gustav en nombre de los dos.

—Sí, sí, evidentemente sé quiénes son ustedes, sino ¿cómo hubiera podido quedar con gente que ni conozco en un día tan radiante como este pudiendo aprovechar la playa? Aj , aj, aj—bromeó Michelle para romper un poco el hielo.

—Me cae usted muy bien, ¿sabía?—comentó Jador entre risas.

— ¡Oh! Eso es genial, ¿no? Aj, aj, aj. Bueno, sentémonos y hablemos un poco sobre nuestro próximo trabajo conjunto, espero que esta vez no ocurra algo y se marche alocadamente—comentó la entrevistadora mientras lo miraba de reojo al sentarse.

—No, para nada, esta vez no ocurrirá nada de eso—sonrió Jador con algo de malicia.

Continuaron con la conversación durante media hora más. Todo estaba saliendo a la mar de bien. La entrevistadora se hallaba contenta, animada y hablaba con suma tranquilidad además de realizar algunos movimientos típicos de mujer trabajadora, algo alocada y con un buen humor en sus venas. Todo lo que hablaban tenía que ver con el próximo programa en el cual Jador aparecería cantando, además de una pequeña entrevista realizada por la misma entrevistadora que tenían ante sus ojos. Jador pensaba que todo saldría bien, y en efecto estaba sucediendo, no había ocurrido nada extraño o fuera de lo normal como para que otra persona pudiera tener un pensamiento negativo sobre él. Pronto acabarían con la gran conversación antes de la grabación del programa, podría ir a la habitación del hotel y estar con Gustav pasando una velada íntima, tranquila y sin problemas, además de celebrar su cumpleaños con la persona a la que más quería en ese mismo instante: Gustav.

La entrevistadora dio un gran sorbo para acabar su último café, tragó el último trozo de pastel que tenía en su plato, y se levantó cogiendo todas sus cosas. Jador y  Gustav también los hicieron y tras aquello, se dieron las manos para despedirse. La entrevistadora con una gran sonrisa en sus labios, dijo:

— ¡Ha sido un grandísimo placer hablar con ustedes, de verdad! Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con alguien famoso. ¡Muchas gracias!

—El placer ha sido todo nuestro, en serio. Muchas gracias igualmente—contestó Jador mientras le daba la mano y también sonreía.

—Lo mismo digo Michelle, un gran placer hablar con usted y gastar unos cuantos minutos gastando saliva en una conversación con usted. Gracias por la emisión en el programa—agradeció felizmente Gustav.

Después, Michelle continuó con su caminata hasta la puerta y salió de ella hasta llegar a su coche, lo arrancó y despidiéndose desde él, desapareció en la lejanía. Luego, mientras Jador y Gustav se mostraban una sonrisa encariñada, anduvieron hasta el coche, y realizaron el mismo ritual que la entrevistadora. Llegaron a la habitación del hotel y allí, tumbados en la misma cama, los dos comenzaron a besarse con pasión y con suma libertad sin miedo a que alguien pudiera sorprenderles.

Cada beso era un latido en el corazón más intenso que el anterior. Respiraban al unísono, y mezclaban sus salivas al conjunto que unían sus lenguas una y otra vez. Sus manos acariciaban la ropa que sus cuerpos portaban y con ellas mismas quitarlas hasta quedar completamente desnudos. Durante unos segundos observaron sus cuerpos sin importar nada la vergüenza, sin importar la desnudez en aquel momento. Tras pasar una noche de ensueño junto con caricias, besos y con hacer el amor fervientemente y pasión, quedaron los dos tumbados en la cama, abrazados y dándose pequeños besos continuos el uno al otro. Jador se encontraba totalmente feliz y con su corazón saltando de alegría como si piernas tuviera. Gustav lo levantó un poco hasta ponerlo sentado sobre la cama y le dijo:

—Tengo un regalo para ti, Jador.

— ¿En serio, Gustav?

—Sí, no es mucho, no he tenido tiempo de comprarte algo, pero al menos he podido hacerte esto.
Gustav corrió hasta la otra punta de la habitación y abrió una gran caja en la cual había una tarta de chocolate, con fresas, nata y un poco de caramelo por encima, además de plátanos de gominola. Jador sabía que Gustav dio en el clavo, todo lo que había en la tarta le encantaba, no sólo porque era él quien la hubo hecho, sino porque todos los ingredientes eran sus preferidos. De nuevo un beso los unió en uno sólo, como modo de agradecimiento y comenzaron a ingerir la tarta los dos juntos, abrazados en la cama y mirándose a los ojos sin parar ni un solo momento.

Más tarde, a la madrugada, mientras Gustav dormía como un niño pequeño en la cama, Jador se encontraba en la terraza de la misma habitación con la esfera en sus manos. Tenía un deseo especial que hacerle, un solo deseo como regalo de cumpleaños y no tenía muy claro si surgiría o si pasaría algo realmente perjudicial en su vida. Sin pensar más, cogió la esfera, la acercó a sus labios y deseó: Deseo que Hiris aparezca en mi vida como si nunca hubiera pasado nada. ¡Lo deseo y ordeno que se cumpla!

Jador sintió algo extraño en su interior, no estaba seguro de qué se trataba, pero nada bueno era. 

11, abril, 2017


domingo, 7 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 4: El Pasado.

Pasó ya un mes desde aquel accidente con la esfera. Jador continuaba con su fama cada vez más devastadora que antaño y su vida se hubo vuelto aún más estresante y agobiante de lo normal. No sabía a veces como controlar aquello, ni como continuar con su deseo sin caer a veces enfermo físicamente por el agotamiento.

Mientras tanto, aún se percataba que esa persona, la cual hubo visto en varias ocasiones arruinándole aquella mítica entrevista y sesión de fotos, continuaba acompañándolo a todos lados que iba y Jador se daba cuenta que esa persona era quien trató de muy mala manera antes de llegar donde estaba. Todas las noches se arrodillaba en las sábanas sobre una cama de cualquier habitación de hotel, y lloraba desconsoladamente sabiendo cómo era aquella persona y todo lo que había hecho él con ella. Sabía que iba lentamente a por él hasta intentar tenerlo justo en frente y sólo él saber qué podría pasar.

Aún así, intentando hacer caso omiso a ese problema, Jador continuaba con sus fervientes deseos de saber qué ocultaba la esfera. Un día se le ocurrió la gran idea de desearle a la esfera que ella misma se descubriese y le contara todo secreto oculto sobre su origen, pero no resultó ningún efecto pues la esfera estaba equipada con un bloqueo a esa pregunta tan tentadora. Jador con cada deseo, podía sumergirse en un mundo pasado, un mundo ya inexistente, donde observaba cómo cada grupo de seres humanos usaban la esfera para protegerse y defenderse ellos mismos, además de realizar sus deseos más ocultos y apasionados. Jador descubrió los problemas psicológicos de las personas, muchas de ellas comenzaban a desvariar mentalmente hasta ocasionar graves muertes o suicidios colectivos con perdonas que no hubo poseído nunca una esfera, personas sin poder, otras, en cambio, morían sin más al pedir deseos demasiado elevados para ellos. Con cada viaje a ese mundo, Jador se percataba que estaba a pasos visibles de saber qué ocultaba aquella esfera que tanto bien le hubo hecho, pero a su vez tenía miedo, estaba totalmente aterrado, caído en pánico… Para a él la esfera le emitía traición y dolor, sufrimiento y muerte, sentimientos aterradores que un ser humano pueda sentir.

Sin embargo, aquel día su corazón daría un terrible vuelco sobre sí mismo, haciendo que su boca quede seca, sudores fríos comiencen a caer por su frente y latidos del corazón se sintiesen por cada ápice de su cuerpo. Desde aquella mañana al levantarse, ya presentía algo extraño en su interior. Sentía que alguien del pasado, cercano a él, iba a presentarse ante sus ojos y le ocasionaría un gran trastorno mental además de físico. Cada dos por tres llegaba a su mente la imagen de aquella persona que tanto lo perseguía, por un momento pensó que era esa misma persona quien se encontraría cara a cara y sucedería algo increíble, pero sus perspectivas estaban totalmente equivocadas.

Vestido con harapos, baratas gafas de sol, y transportado por un coche no muy llamativo ni caro, Jador se encaminaba hacia un estudio de Hollywood donde allí se toparía con el director, guionistas y productores de una película en la que participaría como personaje secundario. Realizado todo el plan acordado, Jador entró en el estudio y pudo observar multitud de aparatos tecnológicos controladores de sonidos de imagen, además de salas para ocio y demás. Guiados él y Gustav por un secretario, entró en una sala totalmente aislada del ruido ajeno y se sentó en una de las sillas de cuero situada ante una mesa circular de grandes dimensiones. A cada lado se hallaba un trabajador para la película: el directo, los seis guionistas conjuntamente colocados uno al lado de otro y los tres productores, a cada cual más obeso, todos con una gran carpeta negra bajo sus brazos posados en ellas en forma de espera.

Jador se sentó mientras todos le ofrecían una enorme sonrisa, en especial el director de la película. Una vez sentado, el director abrió la boca y dijo:

—Nos alegramos demasiado que usted participe en nuestra película. Estábamos deseosos, además esperando con algo de impaciencia, que apareciera hoy mismo sentado en esa silla y comentáramos cosas especiales sobre nuestro proyecto conjunto.

— ¡Sí! Lo siento mucho, ya sabe usted que estamos de aquí para allá y no paramos un momento. Sentimos la tardanza—se excusó Gustav mientras los demás aceptaban las disculpas.

— ¡Bien pues! Tenemos que esperar un poco, por lo que se ve el protagonista de la historia sí que se retrasa aún más que usted Jador.

—Bueno… nadie es perfecto, ¿no? Aj, aj, aj—comentó Jador entre risas a la vez que los demás reían algo.

—En eso usted lleva razón, nadie es perfecto pero la puntualidad lo debe ser. Mientras, veamos lo que sería la película pero en versión virtual, un simple avance de apoyo para que sepan—dijo el director mientras encendía su portátil y la televisión.

Cerraron todas las persianas y apagaron las luces, luego todos cogieron sus sillas en dirección hacia la pantalla de televisión mientras que ésta se encendía lentamente. Jador continuaba con sus latidos intensos. Estaba asustado, sabía que algo raro aparecería en esa misma habitación, algo que le trastornó en el pasado. Pensaba en esa persona con la que jugó, y llegó a la conclusión que no sería ella pues notaba que era otra persona quien le hizo daño psicológico y físico, y esa persona jamás le hizo nada, al contrario, era Jador quien la maltrataba en todo lo que podía.

Los latidos aumentaban, su boca más se secaba y los sudores fríos de su frente emanaban. Estaba totalmente aterrado e incluso era capaz de oír las pisadas de esa persona de la que tanto miedo tenía. Tanto fue así, que de repente oyó la puerta abrirse con delicadeza y por ella, entrar un hombre de rasgos ancianos y cuerpo algo deteriorado por la vejez, con bastón en mano, y con ropa de colores pasteles y suaves. Los ojos de Jador se abrieron de par en par al ver de quién se trataba. Todos los asistentes allí, comenzaron a saludarle con abrazos y saludos, además de gritos por toda la habitación. Jador se hallaba totalmente inmóvil. Siquiera respiraba, ni tragaba, ni sentía su corazón latir, para él todo lo relacionado con el exterior había muerto y desaparecido, sólo veía su imagen, una imagen de anciano mezclándose con otra del mismo pero unos años antes, cuando Jador lo conocía. Los ojos de éste se encontraron con los suyos, y también estos se abrieron de par en par al ver quién se hallaba sentado y no había sido capaz de levantarse para saludarlo como los demás.

Gustav pudo ver la reacción del famoso hacia el actor. Pudo observar una tez totalmente pálida en su rostro, además de unas cuantas gotas de sudor llenar su frente, junto con un boca completamente cerrada y unos ojos bien abiertos, poco a poco más llorosos y rojizos por la irritación al no cerrarlos.

Pasaron varios segundos mientras que todos los que se encontraban allí, pudieron ver la reacción de Jador. Pensaban que igual era porque el chico se había sorprendido ante la presencia de un actor de tal calibre, pero no era así, sólo Gustav y el mismo actor, el Sr. Martín, sabían que Jador estaba de aquella manera por verlo de nuevo personalmente.

El Sr. Martín comenzó a andar lentamente apoyado en su bastón hacia él, y Jador, sintiéndose acorralado y sin escapatoria, se levantó de su silla con ímpetu y salió a paso ligero de la sala apartando con una mano al Sr. Martín, con ello llegando a su mente imágenes de cuando él lo violaba sin parar en aquella mansión de hermosas vistas.

Todos los de la sala gritaban su nombre para que regresara, pero Jador no oía absolutamente nada, su mente estaba cerrada a imágenes violentas y duras que le hicieron lloriquear por unos momentos mientras salía de allí, y acabar tirado en el suelo mientras gemía y lloraba por el dolor que su mente y corazón sentían. Gustav apareció a su lado corriendo, y lo levantó con mucha fuerza, tras aquello, lo metió en el coche y lo arrancó saliendo de allí sin pensar ni nada… Sólo con la intención de alejar a Jador de aquel estudio para siempre.

Pararon lo más cerca posible de un bosque, saliendo del coche en dirección hacia un claro y poder sentarse los dos. Cuando lo hubieron hecho, Gustav le dio a Jador un cigarrillo para que lo encendiera y comenzaron a hablar. El chico le contaba toda la historia con más detalle, ya que antaño no le pudo contar todo lo que pasó con el Sr. Martín. Gustav afirmaba con su cabeza casi todo lo que decía, y cuando no, afirmaba, comentaba algo sobre el asunto o se sorprendía por todo lo ocurrido con él. Tras una larga conversación, Jador le cogió las manos y le dijo mirándole a los ojos:

—Gustav, que sepas que eres la mejor persona que he tenido en mi vida. Muchas gracias en serio.

Tras aquello, posó levemente sus labios sobre los de él, sin llegar a besarlo, y continuó hasta el coche. El corazón de Gustav latía incesantemente ante tal reacción del chico por él. 


16, febrero, 2017