domingo, 7 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 4: El Pasado.

Pasó ya un mes desde aquel accidente con la esfera. Jador continuaba con su fama cada vez más devastadora que antaño y su vida se hubo vuelto aún más estresante y agobiante de lo normal. No sabía a veces como controlar aquello, ni como continuar con su deseo sin caer a veces enfermo físicamente por el agotamiento.

Mientras tanto, aún se percataba que esa persona, la cual hubo visto en varias ocasiones arruinándole aquella mítica entrevista y sesión de fotos, continuaba acompañándolo a todos lados que iba y Jador se daba cuenta que esa persona era quien trató de muy mala manera antes de llegar donde estaba. Todas las noches se arrodillaba en las sábanas sobre una cama de cualquier habitación de hotel, y lloraba desconsoladamente sabiendo cómo era aquella persona y todo lo que había hecho él con ella. Sabía que iba lentamente a por él hasta intentar tenerlo justo en frente y sólo él saber qué podría pasar.

Aún así, intentando hacer caso omiso a ese problema, Jador continuaba con sus fervientes deseos de saber qué ocultaba la esfera. Un día se le ocurrió la gran idea de desearle a la esfera que ella misma se descubriese y le contara todo secreto oculto sobre su origen, pero no resultó ningún efecto pues la esfera estaba equipada con un bloqueo a esa pregunta tan tentadora. Jador con cada deseo, podía sumergirse en un mundo pasado, un mundo ya inexistente, donde observaba cómo cada grupo de seres humanos usaban la esfera para protegerse y defenderse ellos mismos, además de realizar sus deseos más ocultos y apasionados. Jador descubrió los problemas psicológicos de las personas, muchas de ellas comenzaban a desvariar mentalmente hasta ocasionar graves muertes o suicidios colectivos con perdonas que no hubo poseído nunca una esfera, personas sin poder, otras, en cambio, morían sin más al pedir deseos demasiado elevados para ellos. Con cada viaje a ese mundo, Jador se percataba que estaba a pasos visibles de saber qué ocultaba aquella esfera que tanto bien le hubo hecho, pero a su vez tenía miedo, estaba totalmente aterrado, caído en pánico… Para a él la esfera le emitía traición y dolor, sufrimiento y muerte, sentimientos aterradores que un ser humano pueda sentir.

Sin embargo, aquel día su corazón daría un terrible vuelco sobre sí mismo, haciendo que su boca quede seca, sudores fríos comiencen a caer por su frente y latidos del corazón se sintiesen por cada ápice de su cuerpo. Desde aquella mañana al levantarse, ya presentía algo extraño en su interior. Sentía que alguien del pasado, cercano a él, iba a presentarse ante sus ojos y le ocasionaría un gran trastorno mental además de físico. Cada dos por tres llegaba a su mente la imagen de aquella persona que tanto lo perseguía, por un momento pensó que era esa misma persona quien se encontraría cara a cara y sucedería algo increíble, pero sus perspectivas estaban totalmente equivocadas.

Vestido con harapos, baratas gafas de sol, y transportado por un coche no muy llamativo ni caro, Jador se encaminaba hacia un estudio de Hollywood donde allí se toparía con el director, guionistas y productores de una película en la que participaría como personaje secundario. Realizado todo el plan acordado, Jador entró en el estudio y pudo observar multitud de aparatos tecnológicos controladores de sonidos de imagen, además de salas para ocio y demás. Guiados él y Gustav por un secretario, entró en una sala totalmente aislada del ruido ajeno y se sentó en una de las sillas de cuero situada ante una mesa circular de grandes dimensiones. A cada lado se hallaba un trabajador para la película: el directo, los seis guionistas conjuntamente colocados uno al lado de otro y los tres productores, a cada cual más obeso, todos con una gran carpeta negra bajo sus brazos posados en ellas en forma de espera.

Jador se sentó mientras todos le ofrecían una enorme sonrisa, en especial el director de la película. Una vez sentado, el director abrió la boca y dijo:

—Nos alegramos demasiado que usted participe en nuestra película. Estábamos deseosos, además esperando con algo de impaciencia, que apareciera hoy mismo sentado en esa silla y comentáramos cosas especiales sobre nuestro proyecto conjunto.

— ¡Sí! Lo siento mucho, ya sabe usted que estamos de aquí para allá y no paramos un momento. Sentimos la tardanza—se excusó Gustav mientras los demás aceptaban las disculpas.

— ¡Bien pues! Tenemos que esperar un poco, por lo que se ve el protagonista de la historia sí que se retrasa aún más que usted Jador.

—Bueno… nadie es perfecto, ¿no? Aj, aj, aj—comentó Jador entre risas a la vez que los demás reían algo.

—En eso usted lleva razón, nadie es perfecto pero la puntualidad lo debe ser. Mientras, veamos lo que sería la película pero en versión virtual, un simple avance de apoyo para que sepan—dijo el director mientras encendía su portátil y la televisión.

Cerraron todas las persianas y apagaron las luces, luego todos cogieron sus sillas en dirección hacia la pantalla de televisión mientras que ésta se encendía lentamente. Jador continuaba con sus latidos intensos. Estaba asustado, sabía que algo raro aparecería en esa misma habitación, algo que le trastornó en el pasado. Pensaba en esa persona con la que jugó, y llegó a la conclusión que no sería ella pues notaba que era otra persona quien le hizo daño psicológico y físico, y esa persona jamás le hizo nada, al contrario, era Jador quien la maltrataba en todo lo que podía.

Los latidos aumentaban, su boca más se secaba y los sudores fríos de su frente emanaban. Estaba totalmente aterrado e incluso era capaz de oír las pisadas de esa persona de la que tanto miedo tenía. Tanto fue así, que de repente oyó la puerta abrirse con delicadeza y por ella, entrar un hombre de rasgos ancianos y cuerpo algo deteriorado por la vejez, con bastón en mano, y con ropa de colores pasteles y suaves. Los ojos de Jador se abrieron de par en par al ver de quién se trataba. Todos los asistentes allí, comenzaron a saludarle con abrazos y saludos, además de gritos por toda la habitación. Jador se hallaba totalmente inmóvil. Siquiera respiraba, ni tragaba, ni sentía su corazón latir, para él todo lo relacionado con el exterior había muerto y desaparecido, sólo veía su imagen, una imagen de anciano mezclándose con otra del mismo pero unos años antes, cuando Jador lo conocía. Los ojos de éste se encontraron con los suyos, y también estos se abrieron de par en par al ver quién se hallaba sentado y no había sido capaz de levantarse para saludarlo como los demás.

Gustav pudo ver la reacción del famoso hacia el actor. Pudo observar una tez totalmente pálida en su rostro, además de unas cuantas gotas de sudor llenar su frente, junto con un boca completamente cerrada y unos ojos bien abiertos, poco a poco más llorosos y rojizos por la irritación al no cerrarlos.

Pasaron varios segundos mientras que todos los que se encontraban allí, pudieron ver la reacción de Jador. Pensaban que igual era porque el chico se había sorprendido ante la presencia de un actor de tal calibre, pero no era así, sólo Gustav y el mismo actor, el Sr. Martín, sabían que Jador estaba de aquella manera por verlo de nuevo personalmente.

El Sr. Martín comenzó a andar lentamente apoyado en su bastón hacia él, y Jador, sintiéndose acorralado y sin escapatoria, se levantó de su silla con ímpetu y salió a paso ligero de la sala apartando con una mano al Sr. Martín, con ello llegando a su mente imágenes de cuando él lo violaba sin parar en aquella mansión de hermosas vistas.

Todos los de la sala gritaban su nombre para que regresara, pero Jador no oía absolutamente nada, su mente estaba cerrada a imágenes violentas y duras que le hicieron lloriquear por unos momentos mientras salía de allí, y acabar tirado en el suelo mientras gemía y lloraba por el dolor que su mente y corazón sentían. Gustav apareció a su lado corriendo, y lo levantó con mucha fuerza, tras aquello, lo metió en el coche y lo arrancó saliendo de allí sin pensar ni nada… Sólo con la intención de alejar a Jador de aquel estudio para siempre.

Pararon lo más cerca posible de un bosque, saliendo del coche en dirección hacia un claro y poder sentarse los dos. Cuando lo hubieron hecho, Gustav le dio a Jador un cigarrillo para que lo encendiera y comenzaron a hablar. El chico le contaba toda la historia con más detalle, ya que antaño no le pudo contar todo lo que pasó con el Sr. Martín. Gustav afirmaba con su cabeza casi todo lo que decía, y cuando no, afirmaba, comentaba algo sobre el asunto o se sorprendía por todo lo ocurrido con él. Tras una larga conversación, Jador le cogió las manos y le dijo mirándole a los ojos:

—Gustav, que sepas que eres la mejor persona que he tenido en mi vida. Muchas gracias en serio.

Tras aquello, posó levemente sus labios sobre los de él, sin llegar a besarlo, y continuó hasta el coche. El corazón de Gustav latía incesantemente ante tal reacción del chico por él. 


16, febrero, 2017



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