miércoles, 17 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 7: Hiris.

El invierno llegó. La ciudad neoyorquina estaba totalmente cubierta por una capa espesa blanquecina. Desde la ventana de una habitación de su propio apartamento, Jador se encontraba observando el paisaje invernal presente ante sus ojos. <<Es hermoso>>, se decía una y otra vez mientras se encontraba apoyado sobre un escalón de mármol situado delante de la misma ventana desde la que observaba.

El apartamento en el que se encontraba lo había pagado él, además de haberse refugiado allí para alejarse del mundo de la fama y de la locura durante un tiempo hasta mejorar en todos los aspectos. Tras observar el paisaje invernal, se dirigió hacia el salón y allí, sentado en el sofá, comenzó a observar la estancia. Todas las paredes estaban forradas por un papel bastante llamativo pero a la vez con un tono relajante, diferentes lámparas de distintos tamaños y formas adornaban los techos, además de diversos muebles con un toque bastante moderno, pero hogareños. Recordaba sin parar que sin aquel hombre revestido en prendas caras y elegantes, ahora mismo Jador no estaría ahí y lo más seguro es que hubiera muerto, o caído enfermo, o abandonado en la calle sin más. Aquel hombre se convirtió en su más reciente y actual manager, sustituyendo por completo la antigua figura de Gustav en su vida y de esa manera, haciendo que todo lo que tenga que estar relacionado con su vida profesional o personal, tuviera que llevarlo y manejarlo de manera astuta y cuidadosa aquel hombre llamado Gordon  Fox.

Llamaron a la puerta del apartamento e inmediatamente Jador se levantó del sofá para ir corriendo hacia ella y saber de quién se trataba. Nada más abrir la puerta, al momento lo supo: Gordon Fox. Los ojos de Jador se iluminaron ante su presencia y los de éste se achinaron debido a una sonrisa. Pasó por la puerta, entró en el salón y se sentó en el sofá al igual que lo hizo Jador. Gordon sacó una carpeta negra de su pequeña mochila, la abrió, la puso en la mesa y finalmente dirigiendo su mirada hacia la de Jador, le dijo:

—Jador, he llegado a una conclusión absoluta.

—Dime, Gordon, soy todo oídos.

—He pensado que ya es hora que vuelvas a los escenarios, al estudio, a una nueva discográfica y a lo que ha hecho de ti que seas lo que eres ahora.

— ¿Crees que es una buena opción?—preguntó Jador mientras fruncía el ceño.

—Sí, completamente seguro que es una muy buena opción. La gente ya sabe que continuas vivo, que no has muerto nunca, sólo artísticamente… Debes volver rápidamente—insistió Gordon.
—Pero… Tengo miedo.

— ¿Para qué estoy yo aquí? ¿Para qué me enviaron a ti, Jador? Para sacarte de toda esa mierda en la que estabas, para ser tu confidente, tu ayudante, tu amigo. ¡Venga ya hombre, sé fuerte, enfréntate de nuevo y sé como antes eras!

—Pero… ¿Y si vuelvo a fracasar?

—Si piensas o crees que podrías volver a fracasar, en efecto, de nuevo fracasarás. ¡Por favor, Jador! Tío, lo tengo todo preparado, controlado, contratado, sólo necesito tu aceptación y su trabajo, nada más—insistió nuevamente Gordon con algo de desesperación.

—De acuerdo, vale, acepto, mientras todo esté en tus manos y tú lo controles todo, acepto el volver a lo que yo era antaño—finalmente dijo desistiendo Jador.

—Sí, Jador, tranquilo, todo está en mis manos, sólo necesito que dentro de dos días vayas a nuestro estudio particular, ¿vale? Necesito enseñarte un par de cosas
Jador estaba algo confuso y un tanto paralizado mentalmente. No sabía si estaba haciendo lo correcto en volver a lo que fue antaño, pero evidentemente ése era su deseo, y por ello lo pidió a la esfera. Sabía que en la situación en la que se encontraba no podía continuar, debía seguir adelante, levantar cabeza y con ello volver a triunfar y disfrutar de su vida. Ya cometió dos enormes fallos en su vida, irreversibles por completo, y no estaba dispuesto a que pasara algo similar nuevamente.

Tras meditar un poco sobre su futuro próximo, se dirigió hacia su habitación, abrió un cajón y sacó de él la esfera que tantos deseos le concedió. Parecía apagada, sin luz propia, sin vida, sin magia ni poder. Jador continuaba rozando sus labios en su superficie por si ocasionaba alguna reacción familiar, pero nada era útil, la esfera continuaba completamente bloqueada y sin realizar ningún deseo que pudiera servirle a Jador.

Pasaron los dos días correspondientes y Jador, bajo una apariencia bastante normal y poco llamativa, se dirigió hacia el estudio particular de ellos dos. Al entrar, pudo ver a Gordon sentado ante una tabla de mezclas. Jador cerró la puerta y llegó hasta él. Antes que pudiera decir nada, Gordon inició una canción instrumental un tanto extraña pero bastante pegadiza y moderna. Jador esperó a que terminara y cuando lo hubo hecho, preguntó:

—Está genial, Gordon, pero ¿a qué viene?

— ¿Te ha gustado? Ésta será una de tus futuras canciones.

— ¿De veras? ¡Pero si es algo totalmente novedoso y muy atrayente, es genial!—exclamó Jador con sorpresa.

—De veras… Lo han compuesto hoy para que pudiera enseñártelo y de esa manera, hacer que puedas ser como antes eras de una vez.

— ¡Guau, pues… Lo has conseguido!

—Eso era lo que pretendía—dijo un Gordon sonriente. —Vamos, salgamos afuera, quiero hablar sobre algunas cosas.

Los dos salieron afuera del estudio y comenzaron a andar por calles contiguas a él. Mientras caminaban, Jador prestaba toda atención posible a lo que decía su actual manager, en sus palabras podía apreciar seguridad, fuerza, esperanza y deseos, cosas que a Jador le parecían totalmente claras y convincentes. Llegaron hasta un callejón sin salida y Gordo le comentó a Jador:

— ¿Sabes? Hasta te hemos asignado a una estilista, Jador.

— ¿Una estilista? ¿Para qué? ¿Dónde está la estilista anterior?

—Desapareció o la echaron, no sé, pero lo que pasa es que ya no trabajas con la misma discográfica, tienes otros ayudantes, otras personas que te lo organizan todo de otra manera, debes adaptarte a lo nuevo—le respondió Gordon mientras encendía un cigarrillo, y continuó. —Es más, está por llegar la estilista. Quiero que hables con ella sobre diferentes trajes y la manera en que hará que resaltes aún más.

Jador estaba algo nervioso, ese mismo día conocería a su nueva estilista y quería aparentar lo más tranquilo y seguro posible. Al momento, pudieron ver a una chica en la otra punta del callejón, cargada con diferentes bolsas y cajas. Jador no pudo apreciar su cara pues estaba totalmente tapada por las cajas que sujetaba, en cambio, Gordon sí y la estaba ayudando para meter las bolsas y cajas en el estudio.

Al quedar su rostro totalmente visible, Jador quedó petrificado. <<No puede ser>> se decía todo el rato mentalmente. Su corazón comenzó a latir intensamente y su boca se secó en segundos. No podía imaginar para nada lo que estaban presenciando sus ojos en ese mismo instante. Era Hiris, en toda su imagen y semejanza… Ella, sólo ella, al completo  y de nuevo ante sus ojos. Jador no pudo reaccionar para nada bien.

— ¡Jador, Jador! ¡¿Dónde estás, joder?!—le gritaba Gordon mientras le daba varios empujones y así espabilase.

Hiris lo miraba con extrañeza y un tanto asustada por la situación. Al momento, el chico llegó a la realidad y pudo presentarse entre sudores y tartamudeos:

—H-hola, ¿c-co-como, e-estás?

—Bien, bien, me llamo Hiris y bueno, me han asignado a usted para ser su estilista.

En ese momento y con esa forma de expresarse, Jador se dio cuenta que la esfera le concedió el deseo tal cual é pidió, que volviera Hiris, y en efecto así pasó, Hiris volvió pero sin saber ella quien era Jador.

02, diciembre, 2017