miércoles, 21 de diciembre de 2011

-Agradecimiento a mis queridos lectores.


-Ante todo, deciros que muchísimas gracias por haberme leído en alguna ocasión, ya sea algún capítulo, algún libro, ¡o la historia entera hasta por donde me he quedado!


He recibido, de vez en cuando, sobre todo por Ask fm, comentarios acerca de mi pequeña novela y la verdad, han sido muy favorables para que tuviera más ganas a la hora de continuar con ella. He tardado muchísimo tiempo en escribir el tercer libro de tan solo 12 capítulos, pero ya sabéis que el colegio y mil cosas más, quitan bastante tiempo y es una pena. Aun así, por fin he terminado el tercer libro, y ya poco falta para que continúe escribiendo el cuarto y acabe con mi pequeña novela para siempre, dejando ya a un lado a Jador, un personaje al que le he cogido un gran cariño (tanto, que casi estuve a punto de llorar alguna que otra vez), y ya falta menos para que deje otro paso más atrás y me disponga por fin, a escribir una novela en condiciones que llevo años planificándola, ojalá y con suerte, algún día la vea en estanterías de tiendas y pueda tocarlo con mis propias manos.

No me enrrollo más, para todos los que me habéis leído, ya que es libre y sólo para quien quiera, muchísimas gracias, comentarios tanto por aquí como por el ask, me han llenado, ya sean pocos o cortos. GRACIAS.


lunes, 19 de diciembre de 2011

Tercer libro. Pefacio: Una vida nueva.

Dos años más tarde. 

Contemplando el típico ruido de la calle y viendo cómo aquel día soleado se tornaba a nublado, Sophie llevaba de la mano a sus dos hijos, Izan de 10 años e Iris de 12 años. Caminaban por las calles de Nueva York con prisa, como si alguien los estuviera persiguiendo, algún psicópata o atracador. Pero para nada era así, aquel día era bastante alegre, feliz. Se montaron en un taxi y con una velocidad verbal casi ininteligible, Sophie le indicó la dirección al taxista.

Más calles, y más manzanas, más gente y más coches. Por fin, con un atraso de una media hora, Sophie abría la puerta de su apartamento situado en frente de Central Park, un apartamento con una luminosidad envidiable y unas vistas casi matadoras de lo hermosas que eran. 

Un hombre, de unos 27 años estaba asomado a la terraza, contemplando el mismo ambiente en que lo hizo Sophie una media hora antes. Se giró al instante en que la puerta se cerró, y se agachó con los brazos abiertos en disposición para sus dos hijos que tanto querían verle. Tras aquello, se levantó sonriente y le dijo con tono cariñoso a Sophie:

—Hola cariño, ¿cómo estás?

—Estoy bien, Jador, bastante bien aunque algo apurada por el tiempo, quería venir una media hora antes para poder preparar la comida en condiciones, pero no pude—dijo rabiando Sophie, su esposa. 

Jador la abrazó por un momento, y le contestó:

—No te preocupes, ya la hice yo, sólo acomódate, ¿vale?

Sophie le besó como modo de agradecimiento, se fue para lavar sus manos y Jador, con una sonrisa efusiva y exuberante, fue hasta la cocina para preparar la comida. 

Había conseguido lo que quería, tenía una familia, una esposa, había limpiado su nombre y era propietario de un apartamento de buena calidad gracias a un trabajo formidable. 

Todo muy bonito, ¿verdad? Así lo creía él.

Cualquier día, de cualquier mes de 2023.