miércoles, 31 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 10: La cruda falsedad.

Pasó ya una semana de todo lo ocurrido. La fama de Jador había caído en picado y ya no era otra vez el mismo de antes. El respeto que le tenían antaño había desaparecido, y de nuevo se hallaba en un oscuro agujero de soledad, frustración y pena. Le habían arruinado la fama por completo, y por si fuera poco, Gordon inventó que él estaba drogado y que por ello, su actuación se le fue de las manos completamente. Desde ese día no sabía absolutamente nada de él. Gordon parecía haber desaparecido de su lado, parecía que ya no quería ayudarle y estar apoyándolo. Sin embargo, sí aparecía en las cadenas de televisión contando cosas secretas de la vida de Jador, además de ir ganando grandes sumas de dinero. Jador sabía que si usaba la esfera, hubiera podido pararle los pies, y hacer que el mundo volviera a tener una opinión buena y favorable sobre él, pero estaba cansado y sólo quería dormir para así poder alejarse de la vida real por unos instantes.

 También desde aquel día, no volvió a ver a esa persona la que tanto utilizó, y la que le arruinó  la vida para siempre. Parecía que el complot ya lo habían realizado y que la misión era esa, dejar a Jador en ridículo ante todo el mundo y dejarlo al margen.

La puerta sonó, y con parsimonia, Jador se dirigió hacia ella, la abrió quitando los tres pestillos que viraban por su seguridad. Cuando lo hubo hecho vio quién era: Gordon. Los ojos de Jador se abrieron de par en par, viendo su figura con un talante tranquilo, como si no pasara absolutamente nada. Gordon puso la mano en las bisagras de la puerta, y preguntó:

— ¿Puedo pasar para tomar un café?

—Me traicionas, me engañas, mientes sobre mí y ¿vienes a mi casa a que te dé un café?

—Sí, tenemos que hablar de algunas cosas—respondió Gordon con una voz serena y tranquila.

Jador lo dejó pasar y se dirigió hacia la cocina. Gordon se sentó en el sofá que antaño lo hizo para hacer que Jador recuperara su vida anterior, y esperó a que el chico trajera la taza de café que le pidió. Cuando Jador llegó a la mesa, vio una serie de papeles encima de ella, con una pluma y con una sonrisa dibujada en los labios de Gordon. El chico dejó la bandeja sobre la mesa, y preguntó mientras se sentaba:

— ¿Y estos papeles?

—Un simple contrato—respondió sin más Gordon.

—Eso ya lo veo, ¿pero para qué?—preguntó nuevamente Jador

—Jador… Tú y yo sabemos que tu carrera se ha acabado para siempre, que te has arruinado, vamos. Todo el dinero que tienes es muchísimo para ti solo. Te digo que firmes esto para que el 50% de tus ganancias vayan para mí. Sabes que te he ayudado mucho en todo, en poder recuperarte y en ser tu confidente además de tu psicólogo. Me lo debes—explicó Gordon mientras daba un sorbo al café.

Jador quedó mudo durante unos segundos, mientras recopilaba todo lo dicho por Gordon, y respondió cogiendo los folios y a la vez rompiéndolos:

—Eres un traidor, Gordon. No te debo absolutamente nada. Ya recibiste mucho dinero por mi parte cuando éramos amigos. No vas a recibir más ahora y mucho menos siendo tú un traidor hacia mi persona e imagen.

—Jador… Te conviene hacerlo. No sabes cuando voy a poder ayudarte nuevamente. Este dinero que te pido no es para mí, es más bien para la discográfica.

— ¡Y la discográfica es tuya, imbécil!—explotó Jador mientras tiraba la taza de café al suelo y ésta se rompía en pedazos.

Gordon se levantó del sofá, al igual que Jador respondió de la misma manera. Durante unos segundos se miraron a los ojos fijamente, sin mover ni un ápice de sus cuerpos, sin respirar siquiera. Al rato, Gordon se abalanzó sobre el cuerpo de Jador y lo tiró contra el sofá. Sus manos agarraron el cuello del chico, y comenzaron a apretar poco a poco incrementando la fuerza. Jador no podía respirar, pero sabía que algo debía hacer o sino, moriría.

Pudiendo como pudiese, cogió la tetera y la estampó contra la cabeza de Gordon, haciéndola añicos y ocasionando una brecha en la cabeza del ex – manager. Éste se apartó mientras ponía una mano sobre la herida, y Jador lo empujó hacia atrás para así poder salir corriendo hacia afuera de la casa. Cuando pensó que podía salir escopetado y sin mirar hacia atrás, la mano de Gordon cogió su pié y cayó violentamente al suelo cuán largo era. Jador se dio la vuelta y antes que pudiera Gordon abalanzarse sobre él nuevamente, éste le dio una patada en la frente y corrió con intención de escapar hacia la puerta. Esta vez sí hubo ocasión de escapatoria.

Mientras corría por el bosque que estaba al lado de su casa, oía los gritos que Gordon emitía, gritos que decían su nombre y coletillas tales como: “Te voy a matar, hijo de la gran puta”. Jador volvía a vivir una pesadilla. Aún se acordaba cuando mató a Rick en aquel bosque, al igual que también del Sr. Martín cuando lo perseguía y gritaba sin parar en su busca para poder matarlo. Vivía de nuevo una terrible pesadilla que le ocasionaba un trastorno mental, haciendo que cayera al suelo y se percatara que el silencio que le rodeaba era letal.

Ya no oía gritos. Ya no oía pasos. Todo estaba en silencio y nadie había su alrededor. Jador sabía que de un momento a otro Gordon aparecería ya podría ser con un cuchillo o con una pistola. Se levantó algo del suelo, pero un disparo cerca de su situación le advirtió e hizo que corriera hasta un árbol de enorme tronco, mientras otro disparo sonaba al unísono que sus pasos. Jador sacó la esfera, se dio la vuelta y pudo ver que Gordon se encontraba muy cerca de donde se encontraba él. Muy cerca como para poder matarlo con sus propias manos y así poder seguir recibiendo el dinero que Jador se lo ganó a pulso. Acercó la esfera a sus labios y deseó: “Deseo que Gordon muera”.

Jador se dio de nuevo la vuelta y sin previo aviso se encontró con la cara de Gordon ante sus ojos. El chico dio un enorme respingo del susto, y luego se percató que el cuerpo no respiraba, ni tampoco miraba fijamente a un lado. En el suelo se encontraba el arma, y sus ojos daban una serie muestra de que el deseo de Jador había surgido efecto. Gordon estaba muerto, mientras que su cuerpo caía lentamente al suelo dando una muestra del poder que la esfera tenía en su interior. Jador acercó otra vez la esfera a sus labios, y deseó: “Deseo que el cuerpo desaparezca”. Así pues, el cuerpo fue desapareciendo como si de un montículo de arena se tratara. Ya no había rastro de Gordon. Su cuerpo ya no existía y de nuevo, Jador había sobrevivido a otro ataque por parte de alguien en su vida.

7, febrero, 2018


domingo, 28 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 9: La persona.

Despertó en una mañana sombría y fría de invierno. Los copos de nieven continuaban cayendo, y las calles estaban nevadas. El hermoso paisaje invernal de la ciudad de Nueva York le ocasionaba a Jador un poco de nostalgia, además de tranquilidad. Era todo muy hermoso y curioso, cómo todo se había puesto de acuerdo en nevar durante toda la noche y lo que comenzaba de mañana, e inundar las calles por todos los rincones, de nieve.

Hacía ya tiempo de aquel sueño que tuvo con ese ser. Aún lo seguía recordando sin parar, como si cada noche lo volviera a tener y sufriera lo mismo sin poder evitarlo. Pero sólo eran pensamientos que su mente recreaba. Sólo pensamientos inútiles. De todas formas, las advertencias de ese ser sobre su futuro incidían sin parar día tras día. Jador estaba asustado, no sabía qué era lo que iba a pasar, pero estaba seguro que malo sería y que le llevaría a la ruina. Sabiendo pues que no era nada útil saber más sobre la esfera, paró de hacer continuos deseos algo ambiciosos para saber más sobre ella. Era una ventaja no tener que desear nada que fuera peligroso para su vida, simplemente por saber algo más de la esfera.

Aquel día, Jador y su equipo tenía un duro trabajo por hacer. Era la entrega de unos premios de la música, y Jador, debido a su vuelta en la industria musical y demás, fue invitado no sólo para estar allí, sino para actuar e impresionar a todos los presentes con su inminente regreso. Por ello, aquel día Jador estaba muy nervioso. Su mente estaba de un lado a otro, pensando en las musarañas y mordiéndose los labios continuamente debido por los nervios del espectáculo. Sabía que lo tenía todo bajo control. Sabía que el equipo que tenía era muy bueno y que su manager estaba siempre dispuesto a ayudarlo en todo lo que pudiera. Pero aun así los nervios eran fuertes y lo peor, en su interior sentía algo extraño, algo creciendo con lentitud, pero con un toque de extrañeza, desolación y miedo. No sabía de qué se trataba, pero algo malo iba a pasar, eso era cien por cien seguro.

Pegaron a la puerta, y Jador fue inmediatamente para abrirla: era Gordon. Jador corrió para darle un abrazo pero éste se lo negó rotundamente apartándose de su lado y entrando en la habitación como si algo lo estuviera atormentando, como si algo lo estuviera torturando sin parar en su mente colmada. Jador cerró la puerta, se sentó a su lado, y le preguntó:

— ¿Qué pasa, Gordon?

— ¡¿Qué, qué pasa?—preguntó irónicamente con enfado.

—Sí, ¿qué te pasa?

—El otro día consumiste drogas, Jador. ¿Qué te tengo dicho sobre tomar drogas mientras estás en una gira?

—No tomé ninguna droga, Gordon. Sólo aquel día, en Berlín y contigo porque tú me la diste—se excusó Jador.

— ¡Mentira! ¡Jamás te daría yo una pastilla!—negó Gordon, mientras las venas de su cuello resaltaban por el enfado y la irritación.

— ¡¿Cómo que mentira, Gordon? ¡Es la puta verdad!

 —Mira Jador… A parte de drogadicto, eres mentiroso. No puedo con una persona como tú. Me voy, has perdido mi confianza.

— ¡Gordon, Gordon! Ven—gritó Jador antes que Gordon pudiera salir por la puerta.

— ¿Qué quieres, Jador?

—Sabes que tengo la esfera, sabes que puedo pedir los deseos que me plazcan, si pido desengancharme de la droga, eso mismo me pasará, ¡me desengancharía de ella!

— ¡Paparruchas! Una tontería como una casa, Jador. Adiós—finalizó Gordon, mientras cerraba la puerta ocasionando un fuerte golpetazo.

Jador se sentía sólo y bastante mal anímicamente. Gordon se había enfadado con él demasiado, y encima sin motivo alguno. El chico no tomó drogas ningún otro día, sólo aquel día el cual tuvo ese sueño de advertencia, pero ningún otro.

Ya había pasado algo malo, algo que le ocasionaría un poco de trastorno a la hora de tener que actuar ante tantísimas personas su regreso al mundo del espectáculo. Pero no era nada comparado con lo que sufriría en horas. En su interior continuaba creciendo esa mezcla extraña que poco a poco iba siendo más grande y demostrándole a Jador algo de lo que pasaría.

Era la hora, y Jador se metió en el coche en dirección al espectáculo de premios musicales. Vestido con una indumentaria bastante llamativa e inusual por su parte, su pelo bien peinado hacia atrás y su cara perfectamente maquillada, Jador se encontraba ya en el asiento de la sala. Todo poco a poco se iba llenando de personas famosas, de cantantes con gran nivel artístico, de otros famosos como relleno o de invitados ante tal acontecimiento. Jador recibió muchos saludos y felicitaciones por parte de una gran cantidad de artistas, el chico no sabía si lo hacían para quedar bien o es que estaban bastante alegres porque su presencia y regreso hubiera sucedido.

Durante una hora Jador contempló la multitud de espectáculos. La mayoría eran bastante entretenidos y otros pocos, muy aburridos y sin sentido. Su momento llegaba poco a poco y sabía que debía estar cien por cien a pesar de lo ocurrido con Gordon. Así pues, llegó, y corrió inmediatamente antes que acabara la actuación anterior a él, para estar listo, con la ropa puesta, con sus bailarines al lado, con micrófono en mano y con los nervios apaciguados, listo para una actuación sin precedentes. Las luces se apagaron, y su voz sonaba sin música, sola, soltando chorros de aire de diferentes tonalidades y grados. A continuación las luces se encendieron, los vítores de la gente resonaban por toda la enorme sala, y su música comenzaba a sonar fuertemente mientras varios pasos de baile eran admirados por todo el público.

Hasta la mitad de la canción, Jador no paraba de cantar. Cuando llegó el momento exacto, se apartó de la vista de la gente, y se dirigió hacia la parte trasera para quitarse la chaqueta, ponerse una corona de luces extrañas en la cabeza y salir nuevamente para continuar con su canción. Se sentía eufórico, contento, alegre y extasiado. Sabía que todo iba bien y que al público le encantaba la actuación. En efecto, todo iba demasiado bien hasta que vio la figura y el rostro de alguien de su pasado. Quien le dio la corona que se puso en su cabeza, y quien le quitó la chaqueta, era aquella persona con la cual jugó duramente y fríamente en el pasado. Aquella persona que iba en busca de venganza y aquella la cual, el ser le advirtió que tuviera mucho cuidado, que regresaría.

El rostro de Jador enmudeció. No sabía cómo reaccionar. Sus ojos la miraban fijamente sin parar, y su boca estaba completamente seca, al igual que su garganta. Dieron el toque de salida unas tres veces, y la música continuaba sin su voz, algo que extrañó demasiado al público, pero que continuaba gritando y deseando verle. Lo empujaron, lo movieron y lo llevaron hasta el escenario, mientras que el rostro de aquella persona lo miraba fijamente, con una pequeña sonrisa dibuja en sus labios y con la cabeza ladeada a un lado mientras sujetaba la chaqueta. A partir de ahí, Jador actuó peor que mal. La gente se quejaba, le lanzaban cosas y en ese instante se convertía en el hazmerreír de toda la gala. En excusa de ello, Gordon comenzó a decir por todos los medios de comunicación, que Jador estaba drogado, que su mente comenzó a visionar extraños seres nacidos de su cabeza y que no tenía ningún sentido, que por ello lo hizo tan mal.

La imagen y la figura de Jador volvieron a caer en picado hacia la deriva. De nuevo era lo peor, de nuevo su carrera había fallado mucho, pero no acabado. A las dos semanas siguientes, Jador mientras se encontraba en su pequeño apartamento alejado del bullicio y de la multitud, recibió una carta sin remitente. La abrió y leyó lo que decía:

“Querido Jador:

Te he arruinado la carrera y tu vida. Esta era mi venganza y ninguna otra. Me hiciste mucho daño, jugaste conmigo, me torturaste y me convertiste en lo peor entre mi gente. Ahora tú eres lo peor entre tu gente, ahora te estoy torturando y ahora he jugado contigo. Te lo merecías Jador. Espero que no nos volvamos a ver.”

Su corazón latía sin parar, pero en efecto, se lo merecía.          

30, enero, 2018