miércoles, 10 de agosto de 2011

Segundo Libro. Capítulo 5: Un gran fallo.

Aquella mañana  1de abril de 2017, Jador cumplía veintiún años. Se despertó a las ocho de la mañana, y mientras observaba el techo de aquella habitación de hotel, a su mente llegaban multitud de imágenes de todo lo que había hecho y ocurrido en su vida. Una lágrima emanó de su ojo y comenzó a caer rápidamente por su cara hasta llegar a la oreja… Lo había pasado tan mal en su juventud, que ahora todo lo que estaba viviendo y el obtener esa esfera en sus manos, parecía ser una recompensa por todo su sufrimiento ya pasado.

Tras reflexionar un poco por todo lo vivido mientras se hallaba tumbado boca arriba, se levantó, se acercó hasta la ventana que se encontraba al lado de la cama y comenzó a observar un paisaje totalmente artificial, lleno de edificios y personas andando por la calle, coches por todos lados y un gran sol radiante iluminando todo lo que podía excepto lo que los edificios le impedía. Jador pensó que ese día era suyo, y que la climatología estaba además a su favor. Todo parecía ir sobre ruedas y nada salir mal.

Tras observar el paisaje ciudadano, cerró las cortinas y se dirigió hacia el cuarto de baño para prepararse. Aquel día tenía una cita con una entrevistadora muy populosa por diversas cadenas de televisión, en especial las de música. Sabía Jador que debía lucir con traje bastante llamativo y excéntrico como habitualmente llevaba, además de dar una presencia exquisita ante esa persona de tal calibre. Bien pues, se arregló todo lo que debía y salió de su habitación, tras aquello, llegó hacia donde se encontraba Gustav y una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Se acercó a él y le dio un beso en sus labios con mucha pasión y bastante amor. Desde hacía ya tiempo, desde aquella escena en la cual los dos hablaron largo y tendido sobre el estado anímico de Jador al ver al Sr. Martín, Gustav y él habían sentido algo muy fuerte y atrayente, con bastante química, el uno por el otro… Tanto, que de esa manera llegaron a tener una relación más fuerte y mucho más unida, como un noviazgo a espaldas de la prensa y la fama, un noviazgo secreto con su morbo propio.
Tras aquella muestra de cariño en un lugar algo íntimo y sin nadie, continuaron su travesía hasta la zona del parking y allí, Jador entró en el coche, mientras que Gustav comenzaba a arrancarlo y conducir hasta la cafetería donde se habían citado. Sí, era extraño que Jador, con tanta fama que hubo acumulado y una gran masa de fans a su espalda, pudiera ir a una simple cafetería y encontrarse con otra persona también con bastante fama y muchos trabajos para la televisión realizados. Pero eso no era preocupación. Para Jador y la entrevistadora, era un lugar bastante común y con mucho lujo, propio de personas con mucho dinero y mucha fama, pero bastante discreto ante miradas de fans deseosos.

Llegaron a la zona, aparcaron el coche y salieron de él encaminados hacia la puerta de la cafetería. Al entrar pudieron ver una multitud de cuadros esparcidos por todas las paredes de fotos de famosos que asistieron al lugar con los mismo empleados que trabajaban allí, dando así una muestra y recordatorio de tal nivel que poseía aquella cafetería tan concurrida por gente de fama y dinero. Al fondo, sentada en un gran sofá de cuero negro y con una pequeña mesa de madera pintada en blanco y otro sofá de las mismas características justo en frente, se encontraba la entrevistadora tomando apuntes en una pequeña libreta. Gustav y Jador continuaron anduvieron un poco hasta el sofá y la entrevistadora alzó la vista con algo de cautela e indiscreción, pero al ver de quiénes se trataban, sonrió y dijo mientras se levantaba para dar un buen estrechón de manos:

— ¡Oh!, No sabía que ya estaban aquí. Encantada, soy la entrevistadora Michelle y como ya saben, quiero hablar con ustedes un poco sobre la próxima emisión de mi canal legítimo de música.

— Es un placer para nosotros también conocerla, como ya sabe usted, yo soy Gustav, su “manager” por decirlo así y él, Jador—se presentó Gustav en nombre de los dos.

—Sí, sí, evidentemente sé quiénes son ustedes, sino ¿cómo hubiera podido quedar con gente que ni conozco en un día tan radiante como este pudiendo aprovechar la playa? Aj , aj, aj—bromeó Michelle para romper un poco el hielo.

—Me cae usted muy bien, ¿sabía?—comentó Jador entre risas.

— ¡Oh! Eso es genial, ¿no? Aj, aj, aj. Bueno, sentémonos y hablemos un poco sobre nuestro próximo trabajo conjunto, espero que esta vez no ocurra algo y se marche alocadamente—comentó la entrevistadora mientras lo miraba de reojo al sentarse.

—No, para nada, esta vez no ocurrirá nada de eso—sonrió Jador con algo de malicia.

Continuaron con la conversación durante media hora más. Todo estaba saliendo a la mar de bien. La entrevistadora se hallaba contenta, animada y hablaba con suma tranquilidad además de realizar algunos movimientos típicos de mujer trabajadora, algo alocada y con un buen humor en sus venas. Todo lo que hablaban tenía que ver con el próximo programa en el cual Jador aparecería cantando, además de una pequeña entrevista realizada por la misma entrevistadora que tenían ante sus ojos. Jador pensaba que todo saldría bien, y en efecto estaba sucediendo, no había ocurrido nada extraño o fuera de lo normal como para que otra persona pudiera tener un pensamiento negativo sobre él. Pronto acabarían con la gran conversación antes de la grabación del programa, podría ir a la habitación del hotel y estar con Gustav pasando una velada íntima, tranquila y sin problemas, además de celebrar su cumpleaños con la persona a la que más quería en ese mismo instante: Gustav.

La entrevistadora dio un gran sorbo para acabar su último café, tragó el último trozo de pastel que tenía en su plato, y se levantó cogiendo todas sus cosas. Jador y  Gustav también los hicieron y tras aquello, se dieron las manos para despedirse. La entrevistadora con una gran sonrisa en sus labios, dijo:

— ¡Ha sido un grandísimo placer hablar con ustedes, de verdad! Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con alguien famoso. ¡Muchas gracias!

—El placer ha sido todo nuestro, en serio. Muchas gracias igualmente—contestó Jador mientras le daba la mano y también sonreía.

—Lo mismo digo Michelle, un gran placer hablar con usted y gastar unos cuantos minutos gastando saliva en una conversación con usted. Gracias por la emisión en el programa—agradeció felizmente Gustav.

Después, Michelle continuó con su caminata hasta la puerta y salió de ella hasta llegar a su coche, lo arrancó y despidiéndose desde él, desapareció en la lejanía. Luego, mientras Jador y Gustav se mostraban una sonrisa encariñada, anduvieron hasta el coche, y realizaron el mismo ritual que la entrevistadora. Llegaron a la habitación del hotel y allí, tumbados en la misma cama, los dos comenzaron a besarse con pasión y con suma libertad sin miedo a que alguien pudiera sorprenderles.

Cada beso era un latido en el corazón más intenso que el anterior. Respiraban al unísono, y mezclaban sus salivas al conjunto que unían sus lenguas una y otra vez. Sus manos acariciaban la ropa que sus cuerpos portaban y con ellas mismas quitarlas hasta quedar completamente desnudos. Durante unos segundos observaron sus cuerpos sin importar nada la vergüenza, sin importar la desnudez en aquel momento. Tras pasar una noche de ensueño junto con caricias, besos y con hacer el amor fervientemente y pasión, quedaron los dos tumbados en la cama, abrazados y dándose pequeños besos continuos el uno al otro. Jador se encontraba totalmente feliz y con su corazón saltando de alegría como si piernas tuviera. Gustav lo levantó un poco hasta ponerlo sentado sobre la cama y le dijo:

—Tengo un regalo para ti, Jador.

— ¿En serio, Gustav?

—Sí, no es mucho, no he tenido tiempo de comprarte algo, pero al menos he podido hacerte esto.
Gustav corrió hasta la otra punta de la habitación y abrió una gran caja en la cual había una tarta de chocolate, con fresas, nata y un poco de caramelo por encima, además de plátanos de gominola. Jador sabía que Gustav dio en el clavo, todo lo que había en la tarta le encantaba, no sólo porque era él quien la hubo hecho, sino porque todos los ingredientes eran sus preferidos. De nuevo un beso los unió en uno sólo, como modo de agradecimiento y comenzaron a ingerir la tarta los dos juntos, abrazados en la cama y mirándose a los ojos sin parar ni un solo momento.

Más tarde, a la madrugada, mientras Gustav dormía como un niño pequeño en la cama, Jador se encontraba en la terraza de la misma habitación con la esfera en sus manos. Tenía un deseo especial que hacerle, un solo deseo como regalo de cumpleaños y no tenía muy claro si surgiría o si pasaría algo realmente perjudicial en su vida. Sin pensar más, cogió la esfera, la acercó a sus labios y deseó: Deseo que Hiris aparezca en mi vida como si nunca hubiera pasado nada. ¡Lo deseo y ordeno que se cumpla!

Jador sintió algo extraño en su interior, no estaba seguro de qué se trataba, pero nada bueno era. 

11, abril, 2017


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