martes, 25 de octubre de 2011

Tercer libro. Capítulo 5: El hermano.


Pasaron ya casi dos meses desde que Jador con la ayuda de Irina, pudo vengarse de dos personas más pertenecientes a su pasado, Alex y Josh. Las cosas iban demasiado bien. Todo se desarrollaba con mucha facilidad, además de orden y organización como Jador había previsto. Si a eso añadimos la presencia de Irina, todo iba todavía mucho mejor. La chica ayudaba en todo lo que podía a Jador, lo que no sabía, es que algo estaba tramando y evidentemente, nada fortuito ni benévolo, sin embargo, Jador se mantenía ajeno a aquello y continuaba con sus venganzas.

Se alejaron de la zona céntrica y más concurrida del barrio. Ahora se encontraban en un pueblo a varios kilómetros, en disposición para no ser encontrados y para llevar una vida un tanto más normal sin temor a que pudieran sorprenderles. 

El lazo o relación que mantenían los dos chicos era cada vez más intenso y mayor. Ya no sólo se trataba de una pareja sexual en la cual los dos mantenían relaciones sexuales y coitales sin más, ya no, ya se trataba de una relación en la cual Jador estaba más preocupado por Irina, e Irina parecía interesarse más por el chico, como si de una novia se tratara.
Aquella noche Jador tuvo un extraño sueño. Aparecía nuevamente en el mismo lugar en el cual estuvo hacía ya años, un paisaje desolador pero algo hogareño, más una extraña casa de pequeñas longitudes y algo torcida al fondo. De la misma manera, y con el mismo toque familiar, la casa estaba compuesta por los mismos elementos y composiciones que en el sueño anterior, pero con una pequeña diferencia, aquella figura fantasmagórica y oscura no apareció. Sólo se oía el viento cómo  atravesaba las paredes y la ventana, recorriendo la pequeña casa y de nuevo saliendo por el otro lado. Jador quiso entrar a una habitación en la que parecía haber algo en su interior. A punto estuvo de abrir la puerta, como vio un pequeño haz de luz y de repente despertó del sueño. No sabía qué era lo que había en aquella habitación, pero seguro que algo normal no era. 

Apartando de su mente aquel sueño, centró su misión de aquel día, una misión que corría en su interior como si de un veneno mortal se tratara: matar a su hermano. Sabía que esa misión debía hacerla solo, y sin nadie más a su lado, sin Irina siquiera, por lo que decidió salir temprano de la nueva habitación en la que se hospedaban e ir a la casa en la que se encontraba su hermano, un pequeño apartamento localizado en una calle de Toledo. Así pues, evitando que Irina pudiera percatarse de su ausencia y repentina partida hacia aquella ciudad, salió escopetado por la puerta y sin dejar rastro, con la intención de que aquella noche volvería como si nada, pero con mucha más euforia y emoción por una venganza más cometida.
No hacía falta siquiera saber dónde vivía, con desearle a la esfera que le llevara al lugar y sin ser visto por nadie, todo estaba ya realizado. Con aquello en mente, Jador alzó la esfera, la acercó a sus labios y realizando el mismo ritual que siempre, deseó que le transportara a la puerta exacta de aquella casa en la que se encontraba su próxima víctima. En pocos segundos apareció ante ella. El chico pudo observar que se encontraba ante una puerta de madera maciza, bien cuidada y con un toque resplandeciente muy bien acabado, dándole sensación de elegancia con ayuda de las lámparas de aquel pasillo. Podría tratarse que su hermano fuera alguien con un empleo adecuado y bastante favorable, permitiéndole ganar mucho dinero y poder vivir en aquellas condiciones, pero aquello se encontraba al margen. Fuera alguien honrado ya o no, fuera alguien que ha luchado o no por lo que ha querido, merecía la muerte y Jador no descansaría hasta realizarla. 

Espero durante todo el día a que fuera de noche, el momento exacto y oportuno para poder asesinarlo y a su manera típica y personal, como él bien sabía hacer. Decidió esperar afuera, sentado en un bar cercano a la puerta del portal, viendo las personas que entraban y salían de aquel edificio. Al principio las esperanzas de que pudiera verlo siquiera en la lejanía eran escasas, Jador pensaba que no lo vería porque, o no se encontraba aquel día en el apartamento, o estaba descansando y no quería salir, pero rápidamente aquellas teorías se esfumaron como el humo de un cigarrillo en cuanto Jador pudo visionar la figura de alguien que le resultaba familiar, alguien que le había hecho mucho daño y alguien que le excitó el corazón tanto que estuvo a punto de salírsele por la boca. Ese alguien era su hermano, que se disponía a ir al trabajo y que regresaría como muy tarde a la noche.

Jador prefirió entrar en la casa sin que éste se diera cuenta, así pudiendo estar en ella en el momento en que entrara y no poder impedirle la entrada sin más. Subió las escaleras rápidamente, y con ayuda de la esfera, pudo entrar en aquel apartamento como si de llave estuviera propuesto. De repente le llegó un aroma familiar y muy particular, un aroma que en ningún otro lado había vuelto a disfrutar. Aquel aroma era el conjunto del detergente que su madre usaba, más la colonia que aún compraba y se echaba, más el ambientador que ponía en su cuarto, un olor a tronco californiano recién cortado más lavanda. Continuó hacia delante y pudo observar que la casa estaba delicadamente decorada y bien organizada en diferentes tonos oscuros y marrones, con diversas piezas y muebles de madera, más algunos detalles simplistas inspirados en la cultura india e hindú. Al parecer su hermano se había vuelto bastante místico. 

Sentado en un sillón de grandes dimensiones y con una comodidad suprema, quedó esperando Jador, mientras continuaba observando lo que había a su alrededor. 

A la noche, cuando fueron las nueve y media, el hermano comenzó a introducir sus llaves para poder entrar en la casa, como quien llega a su hogar y por fin puede descansar tras un duro día de trabajo, sin saber lo que se encontraría en el interior de ésta. Abrió la puerta, y sus ojos pudieron darse cuenta que había una extraña silueta oscura sentada en el sillón más grande. Encendió la luz y tal sorpresa se llevó, que sus llaves junto con unos caballetes, más lienzos, cayeron estrepitosamente al suelo, como causa por la sorpresa de su hermano, quien los sujetaba. Jador se levantó, serenamente, continuó hacia delante y le dijo mientras le saludaba con dos besos:

—Hola hermano, ¿cómo estás?

— ¿Qué haces aquí, Jador?

—Visitarte, es lo que menos podría hacer—dijo como excusa.

—Y, ¿cómo has entrado?—la voz no ascendía ni disminuía, era neutra y serena, como paralizada por aquella situación. 

—Le pregunté al portero que si me podía dejar entrar ya que soy tu hermano. No se lo creyó al principio, pero después sí que sí—en la voz de Jador se denotaba cierta sorna. 

—No entiendo nada… Desapareces, nos dejaste a todos sorprendido por lo que hiciste, y ahora apareces en mi casa, después de tanto tiempo y sin dar más explicaciones—dijo el hermano, y continuó como si la esperanza por el razonamiento de aquella situación hubiera desaparecido—.No, no lo entiendo…

—¿Por qué no te invito a algo que tengas en tu casa, y hablamos?—le ofreció Jador.

—Vale, me parece lo más correcto, deja que me siente, no me encuentro muy bien.

Jador corrió hacia la cocina en predisposición para prepararle algo a su hermano y él. Ese momento fue el exacto y el más conveniente para desear a la esfera que pudieran hacer lo que Jador tenía en mente sin más explicaciones y yendo al grano directamente, así pudiendo vengarse. Tras aquello, el chico volvió hacia la mesa y le dio una copa de vino que tenía guardada su hermano en la mini bodega. Tras dar un trago, le preguntó:

— ¿No le habrás echado nada, no?

—Que porque matara a aquel chico, que no paraba de incordiarme, no significa que vaya matando a gente por ahí, aj, aj, aj.

—Vale, perdón, es que estoy algo nervioso, ya sabes. Además, siento algo por aquí dentro… Algo que no entiendo qué es…

—Espera que te lo aclare.

Jador le dio un beso, lo cual hizo que el deseo surgiera efecto y que todo saliera correlativo, haciendo que Jador pudiera realizar su venganza. 

Los dos se sumieron en terribles besos que para el hermano eran gloria bendita. Continuaron hasta que se levantaron y comenzaron a desvestirse los dos, mutuamente, quedando así desnudos y dispuestos a tener una noche de sexo, pero esta vez siendo Jador quien controlaba y manejaba la situación. Llegaron hasta la habitación, compuesta por una amplia cama y pocos adornos más una pared pintada en naranja claro. Se tumbaron, y comenzaron a besarse por todo el cuerpo, a palparlo milímetro a milímetro, no dejando un lado sin tocar por ellos.  Para que aquella situación fuera mucho más morbosa, Jador ató de pies y manos a su hermano, a la vez que lo hacía a las barras de la cama, para que no pudiera escapar de allí. La mirada de su hermano era lasciva y excitante, llena de lujuria y placer por sentir lo que estaba sintiendo en aquel momento y más por su hermano Jador. 

Tras unas felaciones para calentar más el ambiente, y unos pequeños tocamientos que ocasionaban que la mente de su hermano se fuera de allí y estuviera inmersa en nubes placenteras, Jador se acercó a su oído y le dijo en susurros:

—<<Ha llegado la hora en que te mate, querido violador de mierda>>.

Los ojos de su hermano se volvieron rápidamente, bien abiertos, y sorprendidos por lo que había oído.
Jador, preparado con una gran tijera, y teniendo a su víctima a cuatro patas, le cortó el hueso del ano, haciendo que su hermano retorciera de dolor y miedo por lo que estaba a punto de suceder. Tras aquello, y sin precedentes, comenzó a introducir sus manos, cortando todo lo que hallaba a su paso, cortando todo tipo de tripas, intestinos, y órganos, mientras que de su ano comenzaba a salir grandes chorros de sangre por todo lo que iba destrozando en su interior. Las lágrimas del violador que fue en un pasado, caían sin parar sobre la almohada, como si alguien hubiera echado un gran cubo de agua en ella. Los gritos eran incesantes, y pronto comenzaron a oírse golpetazos en la puerta de gente que estaba alertada por aquellos alaridos. 

Jador continuaba ensimismado en su tarea. Seguía y seguía cortando por dentro, dejándolo todo hecho trizas y viendo cómo la sangre transportada hacia afuera trozos de sus órganos y tripas. Los gritos cesaron, y las lágrimas también. Aquello ya sólo era un cuerpo muerto, fruto de otra venganza suya.

Cogiendo la esfera como siempre, deseó regresar inmediatamente hacia el hostal de aquel pueblo en el que se hospedaban, y así poder desaparecer antes de que el resto de los vecinos pudieran verle. 

02, diciembre, 2020.


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