jueves, 20 de octubre de 2011

Tercer libro. Capítulo 4: Alex y Josh.

Jador se sentía como nunca. Había asesinado a sus dos padres y a dos de sus antiguas enemigas que le hicieron pasar aquella vida tan dura y cruel. 

Todas las mañanas  se despertaba al lado de Irina, quien le acompañaba en todo lo que acometía y quien le proporcionaba placer nocturno sin pedir nada a cambio. Parecía la típica esclava sexual que hacía todo lo que el chico pedía, pero no era así, en su interior se encontraba algo mucho más aterrador que la mente tan perversa y grotesca que Jador tenía. Algo que iba consumiendo poco a poco el poder del chico y que sin que éste se diera cuenta, continuaba a su lado y a muy cercana distancia. Pero Jador no era consciente de ello. Él simplemente se limitaba a realizar sus venganzas y a sentirse más poderoso y a la vez placentero por cada gota de sangre derramada. 

Los asesinatos se hacían eco en la televisión. Todos los vecinos del barrio sospechaban que Jador estaba tras todo aquello debido a sus antecedentes y a todo su historial sobre todo con la muerte de Erick. Pero eso al chico no le preocupaba lo más mínimo, sólo estaba atento y preocupado por las futuras venganzas. 

Asomada en el balcón del mismo hostal en el cual llevaban días y días sin que el dueño se diera cuenta siquiera, estaba Irina, quien contemplaba el paisaje urbanístico decorado en edificios, ruidos y aglomeraciones, un paisaje totalmente estresante pero con un pequeño toque de belleza y curiosidad. Jador se le acercó por detrás, agarrándola por la cintura cual amante enamorado de su pareja fuera, y le preguntó mientras también oteaba el paisaje virando de un lado a otro su cabeza:

— ¿Qué miras? 

—Nada exactamente, sólo el paisaje tan artificial que hay aquí—contestó con cierta apatía. 

—Y, ¿qué te pasa?

—Llevamos varios días sin hacer nada interesante, encerrados aquí y nada más… 

—No podemos salir mucho a la calle, sabes que ya sospechan de mí, en cuanto me vean andando por ahí sabrán que he sido yo quien ha cometido los asesinatos—contestó Jador recordándole por qué no podían pasear. 

—Lo sé, Jador, pero me canso. Además, la esfera podría ayudarnos, seguro que consigue que podamos salir por ahí y desapercibidos. 

—Podría ser, pero otro día lo haremos, ¿vale?—le ofreció mientras le besaba en la mejilla, y continuó—. Además, tengo un plan sorpresa para ti. 

— ¿Si? ¿Cuál?

—Hoy vamos a asesinar a dos personas más.

—¡Oh, por fin! ¡Joder, ya lo estaba deseando! Pensaba que ya se te había pasado el mono de venganza, aj, aj, aj.

—No tonta, eso jamás y ya lo sabes, aj, aj, aj.

—Mmm, ¿y quiénes son?—preguntó Irina mientras se giraba para verle la cara.

—Alex y Josh, dos hijos de puta que en mi pasado me hicieron mucho daño, lo tengo ya todo planeado, además de haber estudiado la situación, sólo tenemos que ir allí y disfrutar de la grandiosa escena—explicó Jador entre sonrisa y sonrisa. 

— ¡Oh, mi amor, te quiero!

—Y yo, Irina.

En aquel mismo instante, Alex se aproximaba a la casa de Josh. Aquel día, habían quedado toda la jornada para hablar de sus cosas y pasar un buen rato los dos amigos. Estaban dispuestos a pasar un día entero jugando a videojuegos, a beber alcohol, fumar drogas y si eso dormir inconscientes por sus actos.
El timbre sonó y Josh bajó corriendo hacia la puerta para abrirla sin mirar siquiera sabiendo de quién se trataba. Al abrirla y encontrarse sus ojos mutuamente, comenzaron a abrazarse con júbilo y entre griteríos, contentos por verse nuevamente tras dos años perdidos en universidades y estudios. 

Subieron inmediatamente hacia la habitación de Josh, quien lo tenía todo preparado para pasar aquel día con diferentes sensaciones y lo mejor posible. Hablaron, rieron, jugaron, vieron páginas porno, fumaron de todo, bebieron y finalmente quedaron tumbados en un sillón totalmente idos de la cabeza y viendo las cosas dar vueltas. No paraban de reírse hasta que Josh paró un momento, y le preguntó una cosa a Alex:

—Oye tío, ¿recuerdas a Jador? 

—Si… Lo recuerdo… ¿Por qué me lo recuerdas ahora?

—Tío, en verdad me da pena ahora que lo pienso—se enterneció un poco Josh.

—Ya, pero tampoco tuvo que hacerle aquello a Erick, ¿no crees?—opinó Alex mientras comenzaba a liar otro porro.

— ¡¿Otro te vas a hacer?!

—Sí, ¿qué pasa? 

—Nada aj, aj, aj. Pues eso, tío, que me da pena, pero bueno.

De repente el móvil de Alex sonó. El chico lo cogió y pudo oír a su madre, quien le ordenaba regresar a casa inmediatamente. Alex, cabreado y con el porro a medio hacer, salió de la habitación dirigiéndose hacia la puerta. Josh le paró y le comentó que lo acompañaría hasta la parada del autobús ya que estaba un poco lejos. Aceptando Alex, salieron por la puerta y comenzaron a bajar la cuesta que separaba su casa del resto de la calle y de la parada que se encontraba a un kilómetro de allí.

Pasaron por delante de una gran puerta de hierro verde, bien cerrada y que ocasionaba algo de pavor. Alex  la observó un poco y le preguntó a Josh:

— ¿Qué es esa puerta?

—Da a un terreno cerrado de perros salvajes de por aquí, esperemos que no se abra porque si no, moriríamos, aj, aj, aj. 

—Calla tío, no me seas boca cabra, aj, aj, aj. 

Cerca de la carretera para cruzar a la otra acera y continuar, oyeron un extraño chasquido y el sonido típico y chirriante de una puerta falta en aceite para su cierre y abertura continua. Miraron hacia atrás y no vieron nada. Josh le dijo a Alex que esperase un momento mientras él observaba un poco de dónde provenía aquel ruido. Alex algo asustado le advirtió a la vez que estaba algo lejos:

— ¡No vayas por ahí, deja eso y ven!

—Aj, aj, aj, no pasa absolutamente nada, no hay na…—no pudo continuar la frase.

Un bulldog había conseguido dar con su brazo y retorcerlo hasta poder arrancarlo. Sin previo aviso, estaban completamente rodeados por los perros de aquel lugar, decenas de razas como pastor alemán, rottweiller, bulldog y pitbull, les rodeaban a los dos y no les dejaban escapatoria. Alex corrió para llegar hacia donde estaba Josh, pero cuatro perros se abalanzaron sobre él, clavando sus dientes, arrancado su piel y miembros, además de destrozarle por completo todos sus órganos. 

Se oían gritos por todos lados y eran de ellos, gritos de dolor y desesperación ante tal muerte violenta y sin escapatoria, además de tortuosa. De los dos amigos, sólo quedaron algunos miembros, algunas otras partes del cuerpo, y grandes charcos de sangre.

03, octubre, 2020. 


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