domingo, 13 de noviembre de 2011

Tercer libro. Capítulo 7: Erik.


—Déjame apoyarme en ti, Erik.

—Venga, ven para acá y no te sueltes, ¿vale?—le dijo el chico mientras le apartaba el pelo de la cara.

— ¡Ah, en serio, te quiero tanto!

—Y yo, mi vida, y yo—terminó por decir Erik.

La alarma del móvil comenzó a sonar. La chica lo cogió, apagó la alarma, y quedó en el sitio mientras observaba los ojos de Erik, de su amado y querida pareja. Al rato, giró su cabeza para observar la habitación en la que se encontraba, se acercó, besó al chico, y se levantó a la par que se ponía sus bragas. Erik palpó la zona cálida en la que unos segundos antes estaba ella, y preguntó:

— ¿A dónde vas?

—Voy al servicio, llevo toda la noche con ganas de mear, aj, aj, aj. 

—Vale hermosa, corre.

La chica se dirigió rápidamente hacia el cuarto de baño, cerró la puerta y se dispuso a miccionar relajadamente hasta que unos toques en la puerta la asustaron un poco. Con una voz algo irritada, le avisó:

— ¡Estoy en el servicio! ¿Qué quieres?

—Nada, preguntarte si querías un café.

—Sí, un café como tú ya sabes, y unas tostadas, ¿vale?

—Perfecto, allá voy, Carol—se despidió Erik.

Carol terminó de usar el váter, se lavó las manos, y abrió la puerta, en busca de la cocina donde se hallaba su queridísimo Erik preparando una taza de café y unas tostadas. Se sentaron en la mesa y comenzaron a desayunar mientras algunas miradas algo picantes pero con un toque pequeño de vergüenza, eran lanzadas mutuamente sin parar a la par que ingerían aquellas tostadas y tazas de café  en esa casa propia de ellos.
Carol, tras tragas un pedazo de pan, dijo:

—Hoy tenemos que ir a la tienda para comprar dos sofás nuevos, recuerdas, ¿verdad?

—Sí, lo recuerdo cariño, lo recuerdo. Además tenemos que ir también a la tienda de cortinas para comprar unas que sean chulas para el salón, ¿va?—recordó Erik entre sonrisas.

—Todo eso haremos en nuestro día juntitos, ya que no tenemos que ir a trabajar ni nada nada, ¡toma ya!

Erik se acercó a ella, le besó y finalmente llevó los platos al fregadero para lavarlos. 

Durante aquella mañana, una vez arreglados y listos para ir a las respectivas tiendas, comenzaron a andar juntos por la calle, como cualquier típica pareja de enamorados con casa propia. Mientras estaban en una de ellas, observando los diferentes sofás que había, Carol se separó algo de Erik. Comenzó a ver un sofá de grandes dimensiones, una tela excelente además de suave y con una comodidad suprema, inigualable a otro. Mientras estaba sentada sobre él y cogiendo una revista para simular una situación de como en casa, así viendo si era aún más aceptable aquel sofá, pudo sentir como una sombra, arrojada por un objeto o una persona de grandes dimensiones, se había situado justo en frente de ella. Bajó la revista, con algo de miedo sin saber qué era aquella sombra. Sus ojos se abrieron de par en par, y dio un bote de gran altura sobre el sofá, a la vez que se acurrucaba al ver aquella figura… Un hombre vestido totalmente de negro, con el rostro tapado, con una gorra negra sobre la cabeza, y con unas gafas en las cuales sólo se podía ver el reflejo de ella.

El hombre comenzó a andar, pero el cristal del escaparate de la tienda le impedía continuar hasta donde se encontraba ella. Por lo tanto, como un insecto moribundo, retorciéndose como si tuviera placer al tocar el cristal, sacaba la lengua, una lengua putrefacta, ennegrecida y con heridas, y rozaba su entrepierna que cada vez iba incrementando de tamaño debido al placer que sentía al percibir el miedo de Carol.
La chica se levantó del sofá y salió corriendo hasta llegar a Erik. Estaba totalmente asustada, casi llorando, y con la respiración agitada, diciéndole entre gritos y sollozos lo que había sentido y visto unos segundos antes. Inmediatamente, Erik y las dos dependientas de la tienda corrieron hacia el lugar, pero no había absolutamente nadie, ni el cristal estaba manchado en saliva, nada. Tras aquella situación, la pareja decidió salir de la tienda e ir a un sitio más calmado para hablar. Se sentaron en un banco, en un lugar en el cual apenas pasaban personas, y Erik comenzó a abrazarla a la vez que le preguntaba:

—Cuéntame, ¿qué has visto?

—He…He visto a un hombre alto, de negro completamente… Iba a por mí… ¡Iba a por mí, Erik!—comenzó a responder mientras se alteraba rápidamente.

—Shh, shh, tranquila, mírame—Caro le miró directamente a los ojos y Erik continuó—. No va a pasar nada, eso sólo ha sido una visión tuya, pero no la tendrás nunca más, te lo aseguro, conmigo no te pasará nunca nada, Carol.

—M-muchas gra-gracias, Erik—terminó por decir rompiendo en un llanto.

—Nada, cariño, nada, si para eso estoy aquí, ¿no crees?

—Sí, para eso y para más estás.

—Venga… Vamos a la otra tienda y ya nos vamos a casita, ¿vale?—le ofreció con un tono afable y cariñoso.

—Sí, venga.

El resto del día transcurrió bien. Carol no había vuelto a ver ninguna otra aparición extraña, y la compañía de Erik le era bastante grata, además de ayudarle a superar aquella escena ya pasada. 

Finalmente, terminando con su día los dos juntos, y con alguna pequeña mejoría por parte de Carol, llegaron a su respectiva casa. Erik le dijo a Carol que se quedara sentada en el sillón mientras él preparaba algo de beber que fuera bastante bueno, y le calmara a la chica sus nervios. Ella aceptó gratamente, y se quedó en salón, sola, sin nadie más con ella. Cerró sus ojos, para relajarse un poco, aspiraba y expiraba de tal manera y con tal tranquilidad que se podía oír por toda la sala su respiración. Todo era bastante relajado, hasta que sintió un intenso escalofrío recorrerle la espalda y llegar hasta la nuca, haciendo que sus ojos se abrieran y contemplaran la sala en su suma e inmensa calma. 

Sentía cómo algo daba vueltas alrededor de su situación, alrededor del sillón en donde se encontraba. Al momento, a su mente, llegó una imagen de aquel hombre, o de aquel ser, aquella cosa que intentaba ir a por ella. Rápidamente, se levantó del sillón y salió corriendo de aquella sala a la par que las luces iban descendiendo de luminosidad. 

Iba caminando por el pasillo, un pasillo largo, estrecho, de paredes blancas y casi a oscuras, en busca de Erik, pero la cocina estaba apagada, nadie había allí. Inmediatamente, una brisa fresca atravesó su cuerpo e hizo que cayera el suelo, acurrucada en forma de feto, en contra de la pared. Justo en frente de ella, se hallaba la puerta de la casa, en su absoluta oscuridad, sólo con dos puntos brillantes en alto, dos puntos seguidos de pasos producidos por un cuerpo que no se podía apreciar. Otros pasos, más rápidos y más ligeros que aquellos, se aproximaban al lugar en el que Carol se encontraba. Su mente estaba contrariada, asustada, y sus ojos ya rojos se hallaban. Vio una silueta aparecer justo al lado de ella, y Carol propinó un fuerte alarido que fue inmediatamente callado por aquella silueta, por Erik. El chico la cogió por los brazos y la llevó a cuesta hacia la habitación, la tumbó sobre la cama y comenzó a besarla. Carol estaba por la labor, y al saber que se trataba de su querido novio, ya el miedo se había ahuyentado velozmente. 

Estaban ya desnudos, y haciendo el amor nuevamente. Los dos disfrutaban sin parar y las imágenes de aquel hombre, ya desaparecieron de la mente de Carol. Todo iba bien, bastante bien, aquel día acabaría bien y no tendría por qué seguir estando asustada, aquel día tras terminar de hacer el amor, dormirían juntos hasta la mañana siguiente e irían a sus respectivos trabajos, sería como otro día cualquiera, pero no, todo aquello que le venía a la mente de Carol se rompió tras oír los pasos anteriores, todos aquellos pensamientos y planes fueron destruidos tras oír esas pisadas en el suelo, y percatarse de aquellos puntos en la oscuridad.
Poco a poco el cuerpo se iba haciendo visible a la vida de la chica, e inmediatamente, los gritos comenzaron. Gritos de horror, gritos de miedo, pero gritos confundidos por Erik que continuaba penetrándola sin parar. El chico no era consciente de lo que sucedería, y no lo era, hasta que sintió el filo de acero de un cuchillo de gran longitud atravesar su estómago por la espalda. 

 Carol se apartó rápidamente de Erik para intentar salir corriendo, pero aquel hombre la agarró por el pelo y la lanzó lejos de la cama, casi a la otra habitación. Erik, que aún se podía mantener en pie, intentó ir a por aquel hombre, pero inmediatamente, lo agarró por el cuello y comenzó a rajarle todo el pecho, dejando que la sangre saliera y bañara el cuerpo de aquel asesino.

Carol, sin mirar atrás, llegó hasta la puerta y salió corriendo de aquel lugar. Llegó hasta la puerta del portal, y salió por ella, desnuda, a la calle, pidiendo auxilio y socorro. 

—Vaya, parece ser que ésta se te ha escapado, Jador—susurró Irina, que se encontraba 5 metros de donde estaba Carol.

—Ya veo, pero no te preocupes, Irina, ya encontraré otra ocasión para poder matarla como es debido. Al menos uno, ya ha sido asesinado y vengado, aj, aj, aj.

06, abril, 2021


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