miércoles, 7 de septiembre de 2011

Segundo Libro. Capítulo 12: El fin de todo.

Aquella mañana irradiaba un sol impresionante. El olor a flores silvestres y de la naturaleza que habitaban allí, le ocasionaba a Jador cierta paz y tranquilidad que ninguna otra cosa en la vida lo conseguía. Quería mantenerse allí para siempre ya que su mente estaba totalmente aturdida y algo desequilibrada. Todo lo que había pasado en los últimos meses había sido bastante aterrador. Además, todo lo tenía al alcance de su mano, todo cuanto ansiaba o necesitaba lo tenía y lo conseguía gracias a la esfera. Uno de sus deseos era hacer la casa invisible, que nadie pudiera verla ni tocarla, que fuera totalmente desapercibida, cuya cosa consiguió a la perfección y podía vivir con más tranquilidad.

Deseó que el mundo lo olvidara, y así fue. El mundo ya lo olvidó por completo y a pesar que era un deseo bastante ambicioso, no le ocurrió nada. Pudo visionar una escena de la esfera que le contaba algo más sobre su origen y pasado: Jador paseaba entre callejones extraños, oscuros y estrechos, continuaba con su caminata hasta llegar a una plaza llena de personas griegas. Todos conversaban entre ellos y poseían una esfera exactamente igual que la de Jador, a la vez que aprendían mediante lecciones de filósofos cómo manejarlas bien sin causar ningún accidente. Jador pudo observar que las esferas se habían propagado por toda la faz de la tierra, y que cada persona que era merecedora, poseía una de ellas. Continuó caminando y pudo visionar la misma escena de un principio, en la cual había una muchedumbre de asiáticos y obtenían una esfera. Estaba completamente cerrado y sin nada, ni nadie. Inhabitable por completo. Por lo que Jador pudo aprender de la escena, tal masacre y guerra se habían creado, que todos los humanos de ese terreno habían muerto, y que por regla general como ley, habían impuesto a través de la Esfera Real, que ese lugar fuera intocable, y borrado de la tierra, como un terreno maldito e infernal.

Jador sabía que a pesar de que era innecesario aprender o estar atento a los detalles de la esfera, quería saber más y le resultaba muy interesante para él. Quería llegar al punto en el cual pudiera saber qué pasó con todas las esferas para que desaparecieran del mundo y quedaran borradas de la mente de todas las personas. Así pues, aquel día quería saber más, ya que su vida era tan tranquila y relajada, al menos se sumergía en esos mundos y podía contemplar grandes cosas.

Tras su caminata diaria por el bosque, llegó a su casa, dejó la mochila, el mapa en la cama y cogió la esfera. Con el mismo ritual de siempre, se la acercó a los labios y deseó: Deseo que se origine un terremoto en medio del Océano Pacífico. Al instante, apareció en aquel mundo ya pasado y en medio de la sala de la Esfera Real. Allí se hallaban varios guerreros, además de generales y capitanes y el rey de aquella comarca situada en el Atlántico Norte. El exterior estaba completamente a oscuras, y en la sala sólo se reflejaba la esfera, que la iluminaba por completo y con todo lujo de detalle. El rey, revestido con grandes túnicas doradas pero con un aspecto cálido bastante agradable, estaba en pié, observando el paisaje oscuro y temerario desde su ventana. El capitán se acercó y le dijo al oído:

—Mi alteza, están recolectando más guerreros para la batalla.

— ¿Si?—preguntó el rey mientras se giraba, y continuó—.Debemos hacer lo mismo, no se sabe cuándo comenzará la batalla por la Esfera Real.

— ¡Mi alteza!—dijo un joven guerrero que se acercaba a la mesa a paso ligero. Prosiguió—. ¡Mi alteza! ¡Se acercan, vienen hacia aquí!

—Debemos ponerle a salvo. No entraran, pero debe estar a salvo alteza—reaccionó diciendo el general mientras se inclinaba en honor a su imagen.

—Vale, confío en vosotros. Sé que han venido más veces y hemos ganado, pero confío en que no pasara nada de nuevo—contestó el rey mientras se dirigía hacia una puerta contigua en el muro de piedra.

Jador continuaba a su lado mientras que observaba cómo el rey era llevado hacia una sala bastante cálida, alejada del bullicio y muy agradable. Se respiraba un ambiente infantil y cariñoso. Jador pudo observar que en la habitación estaban su esposa y su hijo pequeño, ansioso y contento por ver a su padre, el cual le regaló un enorme abrazo. El niño, contento por ver a su padre, le preguntó:

—Papi, ¿por qué vienes?

—Porque piensan que estoy en peligro y quieren que esté con vosotros mientras luchan ahí afuera.

— ¿Están ahí otra vez?—preguntó la esposa mientras ponía una mueca de angustia.

—Sí, están ahí… No pasará nada, ya lo sabes, nunca pasa nada, nuestras fuerzas son muy superiores y tenemos la Esfera Real…

— ¡Y por ello perdiste el ojo!—le interrumpió la esposa mientras tiraba al suelo un peluche del niño.

—Papi, ¿qué es lo que pasa?

—Te lo contaré, hijo. Hace mucho…

Jador en ese momento no pudo visionar más la escena debido a que sonó el timbre y lo sacó de aquel mundo. Estaba asustado. Su casa era invisible y nadie más podía verla excepto él. Tocaron nuevamente el timbre y Jador sabía que debía ir para abrir la puerta.

Se dirigió, la abrió y pudo saber de quién se trataba. Su corazón latía intensamente y su mente no paraba de hacerse pregunta de por qué aquella persona se hallaba ante sus ojos y en ese instante. Pero colapsado, dejó que la persona, con una gran sonrisa y la cabeza inclinada, entrara en la casa y cerrara la puerta aún con la misma posición. Jador iba a preguntar, pero Irina le interrumpió:

—Debo aclararte por qué estoy aquí.

—Sí.

—Esa nota que te mandé era incorrecta, estaba mal escrita. Sí iba a verte de nuevo, y lo que hice para hundirte es para lo que te voy a ofrecer ahora.

—No quiero nada tuyo—contestó Jador con palabras muy frías y neutras.

—Bueno, simplemente vengo a decirte—esperó unos segundos, y prosiguió—, te hundí el negocio, aun sabiendo que podrías volver a él sin problemas, porque quiero que te vengues de todas las personas que te han hecho daño.

— ¿Qué me vengue? ¿Qué me vengue de qué?

— ¿No querrías vengarte de todas las personas que te hicieron daño? ¿Verlas morir lentamente porque tú lo hayas deseado y disfrutar con ello?—preguntó Irina mientras se acercaba a él por detrás y le rozaba con sus manos.

—No. No valdría la pena. ¡Vete!

—Jador… Shh, sabes que sí. Sabes que te sentirías muy bien. Ver a esas personas sufrir por lo que te hicieron, verlas morir.

—De nada sirve eso ya que no recuerdan nada malo mío.

— ¡Adelante! ¡Haz que recuerden todo lo malo que pasó contigo! Así te tendrán odio y te querrán muerto, y cuando te vean y quieran ir a por ti, tú podrás acabar con ellos—continuaba Irina mientras gesticulaba sus movimientos con maldad.

— ¡Vete ahora de mi casa, Irina!—exclamó un Jador furioso.

—Vale, pero… Que sepas que la oferta sigue en pié y que disfrutarías—contestó Irina mientras abría la puerta y se marchaba.

A Jador le venían de nuevo preguntas a su cabeza, pero la que más marcada estaba era la de si haría bien en vengarse o si haría bien en mantenerse ajeno y seguir con su vida tranquila.

La futura decisión de Jador sería bastante sorprendente.

1, abril, 2018.


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