miércoles, 6 de julio de 2011

Capítulo 12: Regreso a casa.

Durante casi un mes después, Jador estuvo dando vueltas con el fin de investigar más lugares y experimentar más sentimientos por el mundo. Mientras caminaba sin rumbo y sin prisas, continuaba meditando sobre la esfera, además de hacer uso de ella en ocasiones. Sabía que sólo había usado un 10% de aquel poder inmenso que guardaba ese objeto, pero lo quería usar poco a poco, aprendiendo cómo manejarlo y finalmente como usarlo para sus deseos más ocultos. Lo primero que había realizado con ella fue viajar de país en país contemplando hermosos paisajes turísticos y otros insospechados e inhóspitos. Desde aquella temporada en la casa del Sr. Martín, esa mansión tan preciosa en aquel lugar tan pacífico y tranquilo, se había enamorado de hermosos lugares forestales y naturales, yendo a todos los países que poseían lugares como aquel lo tenía.

Llegó hasta los bosques canadienses, dónde una vez allí, acampó con una tienda de campaña sacada de un deseo suyo gracias a la esfera, y en la penumbra de una noche veraniega, al lado de una fogata y en lo más alto de una montaña con las vistas más cercanas a las estrellas, llegó a una conclusión esencial: Debía volver a casa.

Había pasado ya muchísimo tiempo desde que la había abandonado para poder hacer su nueva vida, mucho tiempo desde aquel asesinato y mucho tiempo para olvidar. Sabía perfectamente que sus padres habrían pasado por completo de su ida, y que no habrían hecho absolutamente nada para poder buscarlo, siquiera con ayuda de la policía. Ellos eran así y él ya se había acostumbrado. Sin embargo, volver a casa tras tanto tiempo era demasiado sospechoso, además del asesinato que cometió, la policía lo más seguro es que estuviera en su busca, debía hacer algo. Pensó y la única forma que se le ocurrió fue borrar la memoria de todos los habitantes relacionados con él. No había otra manera sino esa.

Seguro de sí mismo, al día siguiente decidió partir pero no hacia donde vivía, sino hacia otro lugar muy importante para él, quería llegar a otro sitio importante antes de dirigirse hacia su casa y cumplir con su nuevo deseo.

Ese mismo día, con la esfera en sus manos y susurrando unas palabras a la vez que rozando sus labios contra su superficie, decía: “Deseo que este lugar quede sin rastro alguno de mí”. Así pues, todo el lugar en el que se encontraba quedo totalmente despejado de algún rastro significante que Jador pasó la noche ahí.

Tras aquello, cogió la esfera, puso sus labios rozando su superficie y susurró de nuevo: “Deseo ir a Málaga”. De repente la esfera brilló con mucha intensidad, hasta que se vio completamente absorbido por ella y viajando a través de un espacio invisible, llegó hasta un lugar de Málaga en el cual no había nadie quien pudiera sorprenderlo ante tal aparición repentina. Jador se dio cuenta de que hallaba en un puerto. El olor del mar, del pescado  y la brisa del sur le hicieron percatarse que se situaba en el sitio que le deseó a la esfera.

Salió de allí en dirección hacia el centro, dónde debía ir obligatoriamente porque su alma lo deseaba con ansias. Ver aquellas calles le hizo recordar sus años ya antaño de cuando era pequeño. Aquellos caminos, aquellos paseos, aquellas plazas…le hicieron saltar las lágrimas después de estar tantos años sin volver a pisarlos, ni verlos. Ese sentimiento que sentía en su interior era totalmente grato y fascinante, aquel era el último sitio al que debía pisar antes de volver a su casa y realizar su cometido ya pensado y bien decidido.

Llegó a su destino sin complicaciones. Por el camino se demoró un poco debido a la nostalgia y a los recuerdos del pasado, pero se encontraba aún así perfectamente. Allí estaba, en una punta del parque, viendo los frondosos árboles de hojas intensas en color verde, la multitud de plantas que adornaban naturalmente el suelo y los diversos olores que llegaban a sus fosas nasales produciéndole cierto pequeño placer, haciendo a su vez que se tambalease un poco.

Caminó un poco más cruzando la carretera y llegó hasta la acera de en frente. Escondido tras un cubo de basura y un coche, observaba un edificio de gran tamaño. Aquel día hacia bastante calor en aquella ciudad, parecía que fuera verano. Aún sudando bastante, continuó a la espera.

Quería que alguien saliera de ese edificio y caminase hasta él, poder alcanzar a esa persona y poder decirle algunas palabras, pero esa persona no salía. Jador pensó en susurrarle a la esfera poder verla, pero lo veía bastante manipulador y demasiado infortunio sin ocurrir por magia del destino. Pensaba en tirar la toalla, en no hacer nada y volver a su casa. Al menos había visitado aquella ciudad, había sentido sus olores, sus calles y sus hermosos paisajes con edificios por la zona céntrica. Aún así, su destino casi final era ver a esa persona, hablarle y luego ir en dirección a su casa, pero la vida no era justa y usar la esfera para ello, mucho menos lo era. Quería que fuera el destino quien le diera ese placer, ese deseo y no la esfera. Quizá el usar la esfera dejaba al destino en un segundo plano.

El chico salió de su escondite y comenzó a caminar hasta un sitio libre de ojos ajenos para volver a su ciudad usando la esfera. Sus ojos, como si alguien lo hubiera llamado, se giraron bruscamente hacia una dirección concreta. Estaba allí esa persona. Jador no sabía si eso ocurrió por arte de la esfera o es que el destino jugó con él unos instantes haciéndoselo pasar mal. Daba igual aquello ahora, estaba observando a esa persona tan especial para él. Jador pudo fijarse en su físico, había cambiado demasiado, no parecía esa persona ser la misma de hacía ya años.

El chico se percató que aquella persona no se fijó en él y además iba con su perro paseando por la calle. Jador corrió hasta su posición y gritó: “¡Hiris!”. La chica se dio la vuelta bruscamente y sus ojos miraron a Jador de arriba abajo. Jador tenía la leve esperanza que aquella chica, aquella persona tan especial de su pasado la cual le realizó ese dibujo tan importante que se hallaba tras la puerta de su habitación, supiera quién era y le hablara como si jamás hubiera pasado tantísimo tiempo los dos en la distancia. La chica se giró del todo y sin mover un solo pie, preguntó:

—Perdona, pero… ¿te conozco?

Aquella palabras llegaron muy hondo en el corazón de Jador. El chico pensaba que se acordaría perfectamente de él, pero no fue así. Podría haberle susurrado a la esfera que ella se acordara de él, que se dieran un fuerte abrazo y que quizá, tomasen algo por ahí, pero de nuevo eso no sería parte del destino y sí manipulador. Sería un deseo o sueño, hecho por él mismo y por arte de “magia” y no por arte de la naturaleza del destino.

El rostro de Jador cambió por completo. Se dio la vuelta y continuó su travesía hacia un lugar sin nadie a la vista. La chica anduvo un poco detrás de él y le preguntó exclamando:

— ¡¿Izan?!

Jador continuó con su camino hasta desaparecer ante los ojos de Hiris. Le daba exactamente igual usar la esfera ante sus ojos y que la chica quedara un poco atemorizada o traumatizada por lo visto. Le daba exactamente igual. Su corazón se sintió roto de nuevo tras recomponerse con el paso del tiempo.

Jador llegó a su ciudad y pudo ver que muchas de las calles estaban empapeladas de fotos con su cara, con una recompensa y con un gran título en negrita que rezaba: “DESAPARECIDO”. Jador se sorprendió al ver que sus padres y gente afinada a él se habían tomado las molestias de preocuparse por su desaparición. Pero ya no había marcha atrás. El chico sacó la esfera y realizando el mismo ritual de siempre para realizar algún deseo, dijo: “Deseo que todo lo sucedido quede en el olvido. Deseo que la gente me quiera y que la muerte de Rick no haya creado estragos”. La esfera, como era habitual, emanó una gran cantidad de luz y calor que inundó la ciudad de Madrid por completo. Durante unos segundos, Jador pudo apreciar que la luz iba disminuyendo poco a poco hasta llegar a la esfera y quedar todo como antes era. Los carteles hubieron desaparecido.

El chico continuó su trayecto hasta su casa, abrió la puerta y entró en ella con tranquilidad. Pudo apreciar que no había nadie en ella, así pues, entró en su habitación, cogió el dibujo de su querida amiga Hiris, se tumbó como siempre solía hacer y susurrando a la esfera mientras sus ojos estudiaban cada trazo de él, decía: “Deseo que Hiris se olvide de mí para siempre y que no la vuelva a ver más. Lo deseo por siempre”. Jador se sentía con el corazón tremendamente dolorido por el olvido de su ex amiga Hiris.

Sus padres llegaron a la casa y Jador vio como le querían. Ésta vez daba igual haber usado la esfera, ya que la poseía, la usaría para algo que se merecía desde hacía mucho tiempo: cariño y amor por parte de su familia. Pudo ver cómo sus dos padres le abrazaban nada más entrar en la casa y cómo su hermano le daba la mano con un fuerte abrazo, seguido de unas de esas típicas palmadas en la espalda que la dejan completamente destrozada y casi rota.

Al llegar la noche, Jador se fue a su cama y mientras observaba de nuevo el techo en la penumbra, recordó el hombre que su ex amiga Hiris dijo: “Izan”. Aquel nombre le sonaba de algo, algo muy familiar pero su mente no daba con qué exactamente. Repitió el nombre para sí mismo varias veces y ni por esas conseguía recordarlo.

Cogió la esfera y susurró: “Deseo recordar de donde viene en mi vida el nombre Izan”. La esfera emanó un pequeño rayo de luz intenso que llegó a su frente, atravesando su cabeza y haciendo de ésta manera que se acordara. La esfera cayó al suelo tras recordarlo. Sus ojos se encharcaron en lágrimas y su corazón latía con intensidad debido al grave error que cometió. Jador recordó que “Izan” era un nombre “artístico” por así llamarlo, cuando él e Hiris eran amigos íntimos y muy cercanos. Al igual que Hiris se llamaba realmente Gloria. Se pusieron otros nombres como una clave de que nadie más sabía sus nombres reales en cambio ellos… Sí.

Aquella noche Jador lloró como nunca en su vida. Aquel error que cometió y encima siendo su culpa, le destrozó el alma en mil pedazos. No podía imaginar que jamás volvería a verla en la vida. 
Jueves, 22/03/12.


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