martes, 7 de junio de 2011

Capítulo 3: Una Esperanza.

Durante los días anteriores Jador pudo vivir y asistir al instituto con algo de tranquilidad. A pesar de todo, todas las noches tuvo pesadillas un tanto similares a aquella que tuvo ese miércoles.
Aquel lunes lo pasó lo medianamente bien que pudo,  el grupo de aquellos seis cabrones le continuaban haciendo el vacío y lo discriminaban a todos lados que iba. Sentía impotencia siempre, puesto que jamás podía decir nada a nadie de su familia, ni tampoco a ningún profesor o director del colegio, sabía que si decía algo, irían a por él, le pegarían y lo humillarían delante de todo el que fuera posible.

Llegó la hora del descanso, una hora terrible y crucial para Jador. Siempre que tocaba la hora del desanco, Jador se alejaba del mundo transeúnte y se escondía bajo un árbol de grandes ramas, a la sombra, evitando que cualquier persona perteneciente al colegio lo viera y le pudiera hacer algo. Como era de esperar, cuando Jador recogió sus cosas para ir al patio, Rick pasó por su lado y le hizo la zancadilla, cayó estrepitosamente al suelo y estampándose sobre él, todos sus libros y hojas las cuales tenían dibujos con simetrías perfectas y retratos de personas desconocidas, fueron esparcidos por todo el pasillo. Linda dio una patada a todos los folios, finalizando todos con carcajadas. Jador recogió sus cosas con un poco de vergüenza ante las atónitas miradas del resto de los alumnos y las risas de esos seis idiotas.

Tras eso, pasando por el pasillo, vio como una chica jamás vista por él estaba hablando con esos seis estúpidos. Era casi de la misma altura que él, tenía un cabello largo hasta un poco más por debajo de los hombros, liso y rubio, tez pálida y ojos verde claro. Vestía un poco “rockera” con pantalones apretados, y una chaqueta de cuero. Jador no prestó mucha atención y continuó su camino hasta el árbol. Llegó a su destino, se sentó desplomando su cuerpo, y comenzó a sacar sus folios y un lápiz, además de una goma de borrar. Pasó un buen rato y él estaba inmerso en sus dibujos. En su cabeza imaginaba grandes paisajes con personas abrazadas, atardeceres con casas en lo alto de montañas, playas desérticas con una pareja paseando, paisajes que él querría vivir con alguien y alejado de ese infierno terrenal. Aquella chica apareció sin más, de repente y a su lado. Jador se sobresaltó, dio un respingo y dijo entrecortado:

— ¡Jo-joder, q-que sus-susto me has dado!
— ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho, no era mi intención!—se lamentó la chica con una voz dulce y relajante.
Jador se espabiló un poco, alzó la vista y le dijo:
—No pasa nada, tranquila. ¿Quién eres?
—Aj, aj, lo siento, he venido aquí sin más y siquiera me he presentado, ¡qué tonta!—comentó entre risas y continuó—. Me llamo Carol, he venido básicamente porque te vi solo y no sé, pensaba que igual querrías compañía.
—Eh…bueno, estaba inmerso en mi mundo y dibujando, si no hubieras venido me hubiera quedado igual, aj, aj—respondió y tras eso, se presentó. —Yo me llamo Jador, y como ves, estoy solo, no hay nadie en este miserable instituto que me tenga algo de respeto y mucho menos aprecio.
— ¡Anda hombre, no digas eso! Seguro que alguien debe haber. —intentó consolarlo.
—No, te lo aseguro, no hay nadie. Es más, es raro que te hayas fijado en mí como para venir a saludarme, y encima preocuparte porque esté solo—negó Jador  bajando la mirada al césped.
Carol, sin saber exactamente qué decir, sacó otro tema:
— ¡Vaya! ¿Y esos dibujos?
—Eh…bueno…esto…bueno es—intentó responder bastante nervioso, y continuó tras carraspear un poco. —Son cosas, ya te dije, cosas que salen de mi mente, tonterías sin más. Me gusta dibujar las cosas que me gustaría hacer en un futuro.
—Aj, aj, aj, no te pongas nervioso. ¡Guau, por lo que veo, dibujas genial!
—Sí…bueno, se hace lo que se puede.
—Eso no lo pongo en duda—contestó la chica mientras se sentaba a su lado.

Continuaron hablando un buen tiempo. Jador comenzó a mostrarle todos sus hermosos dibujos con aquellos paisajes terrenales de acaecidos atardeceres, de parejas amadas entre ellos paseando como si el mundo les perteneciera, de pequeñas casas sobre grandes colinas o montañas, como si éstas se encontrasen en el punto más alto del mundo y más dibujos ya de personas desconocidas o de rostros relacionados con otros miembros de su familia los cuales sólo veía en ocasiones y les tenía un gran aprecio, debido a que eran su “familia perfecta”.

Quedaban pocos minutos de descanso, y continuaron hablando más que nunca. Jador parecía ver en ella a una chica totalmente perfecta para él, aunque aún le escamaba la idea de que se acercara simplemente porque estaba sólo y ella se “preocupó”. Aún así, dejó de pensar en aquello y se centró en las palabras que soltaba aquella chica. Rieron, se tocaron, cayeron de lado e incluso, se abrazaron. Para Jador todo aquello era demasiado extraño y apresurado. Jamás había tenido tantísimo contacto con alguien y encima de repente aparece aquella chica y con ese buen humor y carácter afable y demasiado cariñoso, le hacía pensar aún más raro. Pero de nuevo haciendo caso omiso a sus pensamientos, dejó de rayar su mente con dilemas y continuó teniendo el mismo contacto hasta que el timbre sonó. Significaba que la hora de descanso terminaba y que debían volver a las clases. Se levantaron con resignación y cansancio, se dieron dos besos y antes que cada uno fuera por su camino correspondiente, Carol lo agarró por el brazo y le dijo rápidamente:

—Jador, si quieres podemos quedar algún día. Me has caído bastante bien y como ves, te veo alguien interesante, podríamos hablar mucho más, si te parece bien.
—Vale, me parece correcto. ¿Mañana por la tarde a las seis en el parque que está al lado de la fuente de la plaza?—respondió con una gran sonrisa.
—Sí, perfecto, a las seis allí, ¿vale?
—Guay, aj, aj. ¡Hasta luego! Y que no te sea tediosa la clase, aj, aj.
— ¡Lo mismo digo!—respondió Carol mientras se alejaba.

Jador llegó a su clase con el corazón latiéndole demasiado rápido. Jamás sintió algo similar en su interior. Era evidente que todo el contacto que tuvo con ella fue bastante intenso y fuerte, si no, no hubiera sentido todo aquello.
Durante las clases siguiente no estaba nada concentrado. A pesar que aquellos seis estúpidos cuchicheaban a conciencia para hacerle distraer, no eran conscientes que su mente no estaba pendiente de ellos, sino de Carol. <<Jador, no puedes pillarte de esta manera. Para. No pienses en ella, ¡Para!>>, se dijo a sí mismo mentalmente mientras escribía sin darse cuenta, debido al subconsciente, sobre la mesa el nombre con lápiz. Aún así, le contianuaba extrañando la idea de que aquella chica lo viera sólo y decidiera gastar su tiempo con él, en hablarle e incluso abrazarle siquiera. Y ésa vez, Jador no dejó de lado sus pensamientos, lo que le impidió centrarse por completo de la clase, recibir una buena regañina de la profesora de Latín, la cual le recitó un brevísimo refrán en latín y la cual lo echó de clase por no atender.

De todas formas, cuando Jador hubo llegado a su casa y tumbado en su cama como habitualmente siempre hacía, comenzó a pensar en ella, y terriblemente, sin saberlo y sin percatarse de ello, sus pensamientos eran una cruda irregularidad contrariada de lo que la vida real le ofrecería con Carol. 
Lunes, 26/12/11.


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