lunes, 13 de junio de 2011

Capítulo 5: Un Sueño.

Jador  tampoco tuvo instituto al día siguiente, por lo que decidió quedarse  todo el día entero durmiendo y no despertar a no ser que fuera necesario. No quería abrir sus ojos y ver que aún se encontraba en aquella habitación dentro de esa miserable y maldita casa.  Y mucho menos abrir la puerta y cruzar el pasillo por donde se encontraba al lado la puerta de la habitación de  su hermano, o mejor dicho, violador.

Se despertó un poco, lo suficiente como para entreabrir sus ojos, echar un vistazo rápido a su habitación y volver a caer en sueños. Dormía plácidamente como ninguna otra persona en ese mismo instante. Su respiración era profunda y lenta mientras se aferraba con delicadeza y suavidad a la almohada, a la vez que se arropaba inconscientemente con el edredón de color naranja claro. Ahí era cuando Jador se encontraba mejor que en ningún otro momento del día.  Ahí era cuando Jador podía continuar con su vida en tranquilidad y sin preocupaciones.

En la mente de del chico a través de un sueño, se dibujó un paisaje totalmente veraniego, con grandes árboles bastante esbeltos, frondosos y abundantes en hojas. El cielo estaba despejado con alguna que otra nube de poca densidad. A su frente, había una gran llanura con algunas matas e hierbajos. Tras observar el paisaje de lado a lado, el chico anduvo un poco. Notaba cómo el aire que respiraba era totalmente puro y sin sustancias químicas o perjudiciales.

Tras otear el horizonte y sentir aquel paisaje en su propia piel como si lo estuviera viviendo en la vida real, dejó de caminar. A su derecha apareció una casa rural no muy grande, un poco desviada hacia la derecha y construida por madera ya bastante deteriorada por el paso del tiempo y factores del clima. El chico pudo percatarse que la casa no sería lo suficientemente segura como para entrar, pero al recordar que estaba en un sueño, vio que no habría ningún peligro.

Haciendo caso a su pensamiento de seguridad, se dirigió hacia ella, abrió la puerta tras un agudo chirrido y entró con cautela sin pisar demasiado fuerte. Pudo observar varios utensilios de cocina demasaido viejos y oxidados tirados por el suelo, una mesa de madera maciza, varias sillas bien colocadas alrededor de ella, una chimenea apagada, un sillón rasgado y una lámpara que sin venir a cuento, y sin sentido, se movía en forma de vaivén, como si el viento la moviera sin más.

Una vez dentro se sobresaltó ya que la puerta se cerró con violencia tras ocasionar un fuerte ruido debido al golpe. Jador algo asustado pero con seguridad en sí mismo, penetró aún más en las estancias de aquella casita rústica con advertencia visual de que se derrumbaría  en breve. Llegó hasta la ventana situada encima del sillón rasgado, desde la cual se podía apreciar el paisaje veraniego del exterior. Se sentó en el sillón y sin previo aviso comenzó a oír unos extraños crujidos y chasquidos desde un pasillo situado en frente de él.
De repente el chico pudo observar que tras una nube de color neutro se iba formando como una especie de extraña presencia en ese mismo lugar donde se oían chasquidos y crujidos. Se puso en guardia y vio salir de aquella masa de nube una figura encapuchada. Jador se quedó observando en silencio, mientras la figura comenzaba a andar lentamente hasta la parte en la que él se encontraba. Respiraba con nerviosismo y su cuerpo temblaba de extraña manera. La figura se acercó aún más y Jador pudo observar la tremenda altura que poseía. Ésta se agachó hasta las rodillas del chico en las cuales apoyó sus dos brazos de manos invisibles, acercó su cara a la de él y Jador pudo apreciar dos grandes ojos brillantes con forma de espiral, los cuales se agrandaban y empequeñecían cada segundo que pasaba.
El chico, sudando del miedo y la intriga, pudo notar su respiración, era cautelosa, lenta pero a la vez fría, intensa y temblaba.

La casa sin avisar con algún ruido alertador comenzó a derrumbarse poco a poco. Jador observó el techo con miedo y asombro, y decidió salir de allí por patas, aún así la figura se lo impidió debido a que sus manos estaban encima de sus rodillas y hacía bastante uso de la fuerza para impedirle salir huyendo. La estructura de la casa caía con trozos cada vez más grandes y poco a poco permitía ver más el cielo, ahora cambiado, era más oscuro dejando así el paisaje veraniego a un lado a parte hasta hacerlo desaparecer por completo. Como si una masa oscura de nubarrones y rayos estuvieran engullendo aquel paraíso terrenal veraniego.
La casa continuaba derrumbándose hasta que grandes trozos caían y le sepultaron. Tras eso empezó a caer en un fondo oscuro con un pequeño haz de luz desde un lugar muy elevado. Jador caía sin demora y a gran velocidad, pensaba que al caer despertaría de aquel oscuro sueño, pero lo único que pasó es que llegó al suelo mientras la velocidad en que caía iba disminuyendo lentamente. Cayó boca arriba sobre una superficie invisible pero igual de oscura que el resto del lugar.

La figura apareció de nuevo ante sus ojos y a unos cuantos metros alejada de él. Llegó hasta su rostro en tan solo unos segundos con una rapidez que el chico no pudo apreciar bien. La figura se acercó a su oído y le dijo con una voz seca, fría y casi anciana:

—Sé lo que sufres todos los días. Sé lo difícil que es para ti vivir. Pero hay una solución.

Jador intentó hablar, pero no pudo. Sólo gesticuló algunos movimientos con sus labios, pómulos y lengua, pero ningún sonido pudo emitir. La figura continuó:

—No te esfuerces. No puedes hablar porque así lo quiero yo. Este sueño no es tuyo. Es mío. Aún así ni en nuestro propios sueños podemos hacer lo que nos plazca. ¿Verdad?

Jador se quedó quieto y paralizado ante aquellas palabras. Decidió pues quedarse tal cual se encontraba y tan sólo oír lo que decía aquella figura:

—Hay una solución a todo el sufrimiento del que gozas ahora. Aún así debes sufrir más. Lo que debo ofrecerte. Lo que debo darte como compensación por todo es difícil de domar. Sé que deseas el arte. Sé que amas la fama. Sé que deseas vengarte por todo lo que te pasa. Te observo cada día. Cada mañana. Cada tarde. Cada noche. Cada hora.

Aquella figura hablaba por frases y no conexionaba varias en sí por ningún conector. Jador pensó que quizá provenía de otro mundo, de otro tiempo, o lo más seguro era todo un simple sueño y ésa era la parte vaga, tonta y desastrosa de su cerebro la cual siquiera podía hacer que algún personaje de su sueño pudiera hablar en condiciones. Pero recordó que ése no era su sueño tal y como dijo aquel ser. La figura continuaba:

—Lo que debo ofrecerte está construido por maldad. Por engaño. Y por falsedad humana. Cada corazón roto. Cada humano engañado. Y decepcionado. Cada mal cometido en la Tierra, hizo lo que debo ceder en tus manos. Sí. La maldad llegará a tus manos. Y tú deberás saber cómo usarla. Por ello debes sufrir más. Por ello debes ser aún más objeto de personas. Por ello debes sentirte arrastrado. Y a punto de suicidarte por no aguantar más. Por ello debes ser fuerte. Y aguantar lo que venga.

Jador no quería oír más a aquella figura y estar en esa pesadilla. Cerró los ojos fuertemente y se pellizcó el brazo aumentando la intensidad, pero no podía salir de aquella pesadilla tan horripilante para él. La figura rió vagamente y dijo:

—No servirá de nada. No es tu sueño. Es mi sueño. Te dije. Aún así si tanto deseas irte. Hazlo. Sólo quería avisarte de lo que vendría. Ahora vete.

Jador vio como la figura se iba desvaneciendo y como la luz iba siendo más y más fuerte. Como si abducido por un ovni fuera, llegó a la realidad tras despertar violentamente y respirando muy  profundamente, además de estar empapado en sudor por todo el cuerpo. Eran las ocho de la tarde, sin darse cuenta de la noción del tiempo, habían pasado las horas y el día bastante rápido.

El chico se sentó en la cama y comenzó a recordar aquel extraño sueño. Sólo tenía miedo a esas palabras tales como que sufriría aún más y que intentaría hasta suicidarse. Sin querer pensar más, se tumbó en la cama. De repente vio como la puerta de su habitación se abría poco a poco, asustado, pudo ver que era su hermano, por lo que su corazón se aceleró rápidamente. Éste le dijo cerrando la puerta y llegando a su cama casi corriendo:

—Papá y mamá se han ido, hermanito. Ya sabes.

Jador sabía lo que su hermano tenía en mente. Tras aquella tarde en la cual se aprovechó de él, ya lo cogió por costumbre y siempre lo usaba para eso. Jador, no contestó. Mirando hacia un punto inexistente y no concreto de la habitación, pudo sentir las manos de su hermano como ataban las suyas y luego como ajustaba un pañuelo a su boca. Cerró los ojos y quedó esperanzado en que no sufriría demasiado aquella vez.
Viernes, 30/12/11.


No hay comentarios:

Publicar un comentario